Eulàlia y yo acabamos de regresar de Sudáfrica, donde hemos estado fotografiando la fauna salvaje y los paisajes del
Parque Nacional Kruger, quizás el espacio natural protegido más famoso y visitado de África meridional. Mientras escucho las vibrantes canciones "a capella" del CD "
Voices from Mother Africa" (
www.africancreammusic.co.za) que compré en una tienda del parque, os escribo estas notas sobre el viaje.
Esta ha sido la tercera vez que viajamos por este atractivo país. La primera fue en 1994, a los pocos meses de las primeras elecciones libres y la elección de Nelson Mandela como presidente. En aquella ocasión, acabado el boicot del turismo mundial motivado por el cruel régimen del apartheid, nos encontramos con un país en un momento crucial de su historia, donde éramos prácticamente los únicos turistas extranjeros. Estuvimos allí fotografiando durante algo más de dos meses y regresamos de nuevo en 1997, entonces como parte de un periplo por Sudáfrica, Zimbabwe, Botswana y Namibia. El país empezaba a cambiar ya, ilusionado con un futuro de paz, mayor libertad y la esperanza puesta en la igualdad racial. La situación ahora es políticamente compleja, ya que el presidente del país Mbeki fue forzado a dimitir justo durante nuestra estancia allí y el ambiente político andaba algo revuelto. Pero deseamos que la situación se calme y el país siga adelante.
Al contrario que nuestros viajes habituales, previstos y organizados con antelación, esta visita a Sudáfrica ha sido absolutamente imprevista. Aún rondaban por mi mente la imágenes y sensaciones experimentadas al recorrer a pie los senderos del Himalaya, que ya me encontraba en un todo-terreno oliendo el polvo de mi querida África. A veces la vida da giros inesperados.
Fotografiando a un Rinoceronte blanco a escasa distancia durante un "Morning walk" a pie acompañados de un guarda
Canon Powershot S60
© Eulàlia Vicens
Desde el punto de vista del naturalista, el viaje ha sido pródigo en observaciones interesantes: en algo más de dos semanas hemos podido observar 91 ejemplares distintos de león, 45 rinocerontes blancos y un rinoceronte negro, 8 leopardos y un guepardo, además de la habitual retahíla de elefantes africanos, búfalos, antílopes de todo tipo y 153 especies distintas de aves.
NOTAS FOTOGRÁFICAS:
Desde un punto de vista fotográfico, el Kruger es un lugar algo más difícil que otros parques africanos como Masai Mara en Kenia, o Serengeti en Tanzania. Ello es debido a la vegetación que con frecuencia se interpone entre el fotógrafo y el sujeto, lo que echa a perder buen número de ocasiones fotográficas. Pero la variedad de especies es notable y haciendo el esfuerzo de levantarnos día tras día entre las 4h30 y las 5h de la madrugada, tuvimos la oportunidad de realizar interesantes observaciones. Tal y cómo rezaba una frase que leí en el parque: "Only early risers see unusual things" ("Tan sólo los que se le levantan temprano ven cosas extraordinarias").
Leonas con dos cachorros, de noche, comiendo un Kudu recién cazado, Kruger National Park, Sudáfrica, 2008
Canon EOS-1 Ds Mk II a ISO 1600, 500 mm f/4L IS a 1/50 f:4 apoyado en un "beanbag", iluminación mediante un flash electrónico dotado de un teleflash, y un foco de observación nocturna.
© Oriol Alamany
Además, la posibilidad de realizar los llamados "Sunset Drives" y "Night Drives", salidas nocturnas en un vehículo del Parque Nacional, nos ha permitido observar y fotografiar la fauna durante varias noches. Lo más fascinante fueron dos cacerías consecutivas de la misma manada de leones. Y en ambas estábamos a escasos metros de distancia. ¡Una experiencia de lo más excitante!
La mayoría de fotografías de este viaje las realicé con una EOS 1-Ds MkII equipada con un teleobjetivo 500 mm f/4L IS o un zoom 70-200 mm f/2.8L IS, ambos combinados a veces con teleconvertidores 1,4X y 2X. Debo reconocer, sin embargo, que sentía envidia de dos de mis compañeros de viaje que usaban el maravilloso zoom
Nikon 200-400 mm f/4 AF-S VR G IF-ED. Esta es, sin duda alguna, la lente perfecta para un safari africano. Ya sería hora de que Canon sacara un objetivo de características similares, que permite cambiar de encuadre con rapidez cuando los animales cambian de posición se mueven cerca del vehículo.
Como en estos safaris se fotografía casi siempre desde el interior de un automóvil, el uso del trípode es prácticamente imposible. Para evitar las imágenes trepidadas, además de utilizar teleobetivos IS (dotados de estabilizador de imagen), también los apoyaba en la ventanilla del coche mediante un "Beanbag" o una montura de ventanilla
Groofwin Pod comercializada por la empresa norteamericana LL Rue.
Kirk Enterprises comercializa un modelo similar de menor tamaño y en Sudáfrica puede comprarse la CamStedi, más económica pero también más pesada, escribiendo a Ron en el e-mail ronmck@lantic.net
Cebras de Burchell en Kruger National Park, Sudáfrica, 2008
Canon EOS-1 Ds Mk II a ISO 100, 500 mm f/4L IS apoyado en un "beanbag".
El único aspecto negativo del viaje ha sido que en el aeropuerto de Johannesburg, ciudad hoy en día considerada como una de las más peligrosas del mundo, alguien forzó una de nuestras maletas facturadas, a pesar de que estaba cerrada con un candado. Desaparecieron algunos elementos de mi equipo fotográfico que no cabían en mi equipaje de mano, pero por fortuna los tenía asegurados y además mi cámara y objetivos principales siempre viajan en una mochila Lowepro que no se separa jamás de mi espalda.
Pero este hecho puntual no ha afectado mi sentimiento de que África es un lugar donde siempre vale la pena regresar. Por más que uno lo conozca, este continente siempre ofrece algo nuevo y fascinante, tanto desde un punto de vista fotográfico como personal.