Eulàlia andando en un paisaje surrealista al norte de Lo-Manthang, cerca de la frontera con Tibet.
Upper Mustang Restricted Area
Upper Mustang Restricted Area
Canon EOS-1D MkIV a ISO 200, 17-40 mm f/4L
© Oriol Alamany
© Oriol Alamany
Hay “viajes” y “VIAJES”. Y el que realizamos Eulàlia y yo los pasados meses de mayo y junio fue uno de esos “VIAJES” con mayúsculas.
El Reino de Mustang es uno de los parajes menos visitados de la cordillera del Himalaya. Durante muchos años el acceso estuvo cerrado a los extranjeros y aún hoy en día tan sólo se puede visitar mediante la obtención de un permiso especial del gobierno nepalí.
El Reino de Mustang es uno de los parajes menos visitados de la cordillera del Himalaya. Durante muchos años el acceso estuvo cerrado a los extranjeros y aún hoy en día tan sólo se puede visitar mediante la obtención de un permiso especial del gobierno nepalí.
Nuestra reciente aventura en Mustang tuvo su inicio en el verano de 2008, durante el primero de nuestros tres viajes a la Annapurna Conservation Area (ACAP) para documentar los valores naturales y culturales de esta zona del Himalaya. En aquella ocasión Eulàlia y yo andamos durante un mes circumvalando el inmenso macizo de los Annapurna en plena época de los Monzones, acompañando a unos botánicos en busca de las flores de montaña más raras del Himalaya. Al llegar a la localidad de Kagbeni estuvimos en el límite de la denominada Upper Mustang Restricted Area. Un desafiante cartel prohibía penetrar en el área restringida sin la posesión del permiso oficial. ¿Qué más necesita un alma viajera para desear entrar en un sitio que un cartel que lo prohíba? Además, al preguntar al guía que nos acompañaba en aquella ocasión cómo era la ruta hasta llegar a la amurallada ciudad de Lo-Manthang, la capital del reino, su respuesta fue:
—Es un camino muy duro, con varios puertos de montaña que superan los 4.000 metros de altitud. Demasiado difícil para vosotros.—
Otro reto más. ¿Porqué nuestro guía daba por sentado que no podríamos hacerlo cuando habíamos andado con él durante semanas y acabábamos de cruzar el collado de Thorong La de 5416 metros de altitud? ¿Qué dificultades adicionales escondía esa misteriosa región prohibida?
¿Qué viajero puede resistir esta tentación?
Upper Mustang Restricted Area
Canon EOS-1D MkIV a ISO 200, 17-40 mm f/4L
© Oriol Alamany
© Oriol Alamany
Prolegómenos
De regreso a casa rebuscamos en nuestra biblioteca y releímos el famoso libro del explorador francés Michel Peissel “Mustang, el reino prohibido del Himalaya”, una de las obras más importantes de la literatura de exploraciones del Himalaya. Peissel fue el primer extranjero al que se autorizó a viajar por un largo período de tiempo a Mustang, en el año 1964. Hasta su visita muchos aspectos de aquel reino permanecían desconocidos para el mundo.
De regreso a casa rebuscamos en nuestra biblioteca y releímos el famoso libro del explorador francés Michel Peissel “Mustang, el reino prohibido del Himalaya”, una de las obras más importantes de la literatura de exploraciones del Himalaya. Peissel fue el primer extranjero al que se autorizó a viajar por un largo período de tiempo a Mustang, en el año 1964. Hasta su visita muchos aspectos de aquel reino permanecían desconocidos para el mundo.
El libro de Peissel, fuente de motivación para el viaje a Mustang.
Oriol fotografiando el mismo chorten fotografiado por Peissel en la portada de su libro, 47 años después. Upper Mustang Restricted Area
Canon PowerShot G10
© Eulàlia Vicens
Canon PowerShot G10
© Eulàlia Vicens
Pero los impedimentos para organizar un viaje para nosotros dos solos a Mustang se pusieron de manifiesto enseguida. En primer lugar, porque adicionalmente al necesario permiso de trekking de la ACAP (Annapurna Conservation Area Project), también hay que pagar otro costoso permiso de 50 USD por persona por cada día de permanencia en el interior de la Upper Mustang Restricted Area. Además no es posible ir por tu cuenta, si no que es obligatorio realizar la visita mediante una agencia nepalí. También hay que cargar con toda la comida, un hornillo y el keroseno necesarios para todo el trekking, llevarse obligatoriamente fuera del Reino toda la basura generada, así como otras restricciones que dificultan y encarecen la visita.
Tras un segundo viaje, en este caso al Santuario de los Annapurnas en octubre de 2010, tomamos la decisión: Mustang, la zona de la ACAP que nos quedaba pendiente para completar el trabajo fotográfico sobre esta área protegida, sería el destino de nuestro tercer viaje, y lo haríamos en la primavera de 2011. ¿Porqué en aquellas fechas en concreto? A finales de mayo se celebraría en Lo-Manthang el festival de Tiji en el cual, durante tres días, los monjes budistas del lugar realizan el complejo ritual de expulsión de los demonios de la ciudad. Era la excusa perfecta para ir allí. Por otra parte, recientemente un equipo italo-americano había descubierto cuevas desconocidas por los arqueólogos con notables pinturas del siglo XIV-XV. Descubrimientos de este tipo siempre me han fascinado y se me puso entre ceja y ceja la idea de intentar fotografiarlas. La organización de nuestro proyecto en Mustang sería compleja, el precio costoso, y el camino duro, pero queríamos intentarlo.
Eulàlia y yo trabajamos arduamente durante meses en el proceso de documentación y preparación de este viaje, y tuvimos la fortuna de contactar con un miembro de la familia real de Mustang dispuesto a ayudarnos en la organización sobre el terreno.
El viaje
El 15 de mayo volamos por tercera vez en tres años hasta Nepal. De Barcelona a Doha (Qatar) y de allí a Kathmandú (Nepal). Allí conocimos al sobrino del rey de Mustang (en realidad ex-rey, ya que fue depuesto por el gobierno Maoísta) que se ocupó de la coordinación y permisos para el viaje. Y también al que sería nuestro guía durante el mes siguiente, Chhepal. Con él volamos hasta la ciudad de Pokhara. Al día siguiente partía de allí el breve pero pavoroso vuelo al pueblo de Jomsom, que pasa por la garganta más profunda del mundo entre los Annapurna y el Dhaulaghiri. Estos vuelos son cancelados con frecuencia debido a las condiciones climatológicas.
En Jomson (2.720 m) nos encontramos con nuestro equipo, compuesto por nada menos que siete personas: el guía y un sherpa que se ocuparían de los aspectos organizativos y de acompañarnos durante el trayecto, un cocinero y dos ayudantes para las tareas de cocina para todo el grupo, y dos caballistas con nada menos que nueve caballos para la carga, ¡una verdadera expedición! En el primer momento nos sorprendió tal cantidad de personas y caballos, ya que el petate estanco de Eulàlia y el mío los cargaba uno sólo de los equinos y nosotros mismos llevaríamos encima nuestras mochilas de día y el equipo fotográfico. Pero el material de acampada, cocina y comida para tres semanas para tanta gente ocupan mucho y en Mustang, además, está prohibido dejar la basura producida, que debe transportarse encima todo el camino para sacarla al exterior del Reino al final del viaje.
El 15 de mayo volamos por tercera vez en tres años hasta Nepal. De Barcelona a Doha (Qatar) y de allí a Kathmandú (Nepal). Allí conocimos al sobrino del rey de Mustang (en realidad ex-rey, ya que fue depuesto por el gobierno Maoísta) que se ocupó de la coordinación y permisos para el viaje. Y también al que sería nuestro guía durante el mes siguiente, Chhepal. Con él volamos hasta la ciudad de Pokhara. Al día siguiente partía de allí el breve pero pavoroso vuelo al pueblo de Jomsom, que pasa por la garganta más profunda del mundo entre los Annapurna y el Dhaulaghiri. Estos vuelos son cancelados con frecuencia debido a las condiciones climatológicas.
Chhepal y Eulàlia tomando la avioneta a Jomson a las 5h47 de la mañana,
Pokhara, Nepal
Canon EOS-1D MkIV a ISO 400, 17-40 mm f/4L
© Oriol Alamany
En Jomson (2.720 m) nos encontramos con nuestro equipo, compuesto por nada menos que siete personas: el guía y un sherpa que se ocuparían de los aspectos organizativos y de acompañarnos durante el trayecto, un cocinero y dos ayudantes para las tareas de cocina para todo el grupo, y dos caballistas con nada menos que nueve caballos para la carga, ¡una verdadera expedición! En el primer momento nos sorprendió tal cantidad de personas y caballos, ya que el petate estanco de Eulàlia y el mío los cargaba uno sólo de los equinos y nosotros mismos llevaríamos encima nuestras mochilas de día y el equipo fotográfico. Pero el material de acampada, cocina y comida para tres semanas para tanta gente ocupan mucho y en Mustang, además, está prohibido dejar la basura producida, que debe transportarse encima todo el camino para sacarla al exterior del Reino al final del viaje.
Pueblo fortificado de Tetang.
Upper Mustang Restricted Area
Canon EOS-1D MkIV a ISO 200, 70-200 mm f/2.8L IS II con teleconvertidor 2X, trípode
© Oriol Alamany
Habitualmente los treks a Mustang duran unos diez días, pero Eulàlia y yo habíamos diseñado una mucho más completa ruta a pie de veintiún días, dieciocho de ellos en el interior de la zona prohibida y por zonas raramente visitadas, incluida la más importante de las cuevas con pinturas descubiertas por el equipo italo-americano y una zona de montañas donde habitualmente no es posible pernoctar. Dormiríamos en casas locales donde pudiéramos y llevábamos tienda de campaña para los pueblos más remotos y zonas deshabitadas.
Manada de Yaks en un altiplano cerca de 4.000 metros de altitud. Upper Mustang Restricted Area
Canon EOS-1D MkIV a ISO 200, 70-200 mm f/2.8L IS II
© Oriol Alamany
Nuestra caravana de caballos transportado el equipo de la expedición por el lecho del río Kali Gandaki.
Upper Mustang Restricted Area
Canon EOS-1D MkIV a ISO 200, 70-200 mm f/2.8L IS II
© Oriol Alamany
El viaje fue una alucinante inmersión en la Edad Media: recorriendo el país a pie con la mochila a las espaldas, y cargando el equipaje y toda la comida necesaria en caballos, muchos días sin electricidad ni posibilidad de ducharse, superando uno tras otro los innumerables puertos de montaña de hasta 4.200 metros de altitud. Debo reconocer que las subidas con el equipo fotográfico y 53 años a las espaldas fueron duras, pero lo peor fue el implacable viento, que en algunas ocasiones casi te tumbaba, y el omnipresente polvo. En Mustang, cada día, a partir de media mañana el viento empieza a soplar con fuerza. Y dado que el paisaje es un desierto de altura, el polvo se levanta y se cuela por todas partes: en la cámara, en la mochila de fotografía, en el pelo, en los pulmones, provocando molestos e incontrolables ataques de tos durante toda nuestra estancia allí. Creo que en la vida he visto mi mochila Lowepro y la cámara Canon EOS tan sucias.
Upper Mustang Restricted Area
Canon EOS-1D MkIV a ISO 400, 70-200 mm f/2.8L IS II
© Oriol Alamany
© Oriol Alamany
Monje de Lo-Manthang danzando durante el Festival de Tiji.
Upper Mustang Restricted Area
Canon EOS-1D MkIV a ISO 100, 70-200 mm f/2.8L IS II
© Oriol Alamany
Tras ocho días de camino alcanzamos la capital, la pequeña ciudad amurallada de Lo-Manthang (3.809 m), sede de diversos monasterios budistas, que sería nuestra base de exploración durante varios días y donde a finales de mayo se celebraba el festival de Tiji. El espectáculo es de lo más extraño y a ver si un día puedo contaros un poco todo lo que allí sucedió, incluida la audiencia con el mismísimo (ex) rey de Mustang.
Curiosamente, en la capital fue donde casi tuvimos peor suministro eléctrico y también ducha. Por fortuna, en el pasado viaje al Santuario de los Annapurna ya experimente con buenos resultados el sistema de recarga de baterías a través de un panel solar enrrollable (Flexcell Sunpack) y una batería tampón (PowerGorilla) suministrados por la empresa Xunzel. En Mustang nos resultaron tremendamente útiles para proporcionar energía a cámaras, los dos discos duros autónomos que llevábamos para descargar y almacenar las fotografías, el flash y las linternas.
Tras visitar las remotas cuevas descubiertas por los estudiosos (¡de acceso pavoroso, no apto para quienes sufran de vértigo!), y de documentar el fascinante trabajo de restauración de las pinturas murales que está realizando la American-Himalayan Foundation con el equipo de Luigi Fienni en los monasterios de Lo-Manthang, emprendimos el regreso por la zona menos visitada del reino. Allí no encontramos alojamiento, por lo que dormíamos en una tienda, y debímos superar unos tras otro más puertos de montaña de más de 4.000 metros de altitud. La comida fresca se había terminado y el cocinero se las ingeniaba para cocinar atractivas comidas con las latas y alimentos preparados que quedaban en los caballos. Durante la siguiente semana no vimos un enchufe eléctrico ni tocamos una ducha. La sensación de estar en el fin del mundo se acrecentó aún más.
Pero paso tras paso, ascenso tras ascenso, fotografía tras fotografía, alcanzamos los límites del reino. Abandonar Mustang fue tan duro como recorrerlo. Lo hicimos con aquella sensación de que habíamos visto algo que de aquí a poco tiempo dejará de existir: Las excavadoras están abriendo pistas de acceso, los primeros 4x4 empiezan a llegar a Lo-Manthang, el "progreso" está en marcha. El mes de viaje se nos hizo corto y largo a la vez: las condiciones de vida son duras, ¡pero hay allí tantas cosas atractivas por ver y fotografiar!
Curiosamente, en la capital fue donde casi tuvimos peor suministro eléctrico y también ducha. Por fortuna, en el pasado viaje al Santuario de los Annapurna ya experimente con buenos resultados el sistema de recarga de baterías a través de un panel solar enrrollable (Flexcell Sunpack) y una batería tampón (PowerGorilla) suministrados por la empresa Xunzel. En Mustang nos resultaron tremendamente útiles para proporcionar energía a cámaras, los dos discos duros autónomos que llevábamos para descargar y almacenar las fotografías, el flash y las linternas.
El panel solar Flexcell Sunpack de Xunzel colgado en el exterior de nuestra tienda, instalada en el patio de una casa del pueblo de Yara, recargando las baterías del equipo fotográfico.
Upper Mustang Restricted Area
Upper Mustang Restricted Area
Canon EOS-1D MkIV a ISO 200, 17-40 mm f/4L, trípode
© Oriol Alamany
Oriol examinando unas pinturas budistas del siglo XIV-XV en un cueva de muy difícil acceso redescubierta hace poco cerca de la frontera con Tibet.
Mujer del equipo de restauración de pintutas murales de la American Himalayan Foundation dirigido por Luigi Fieni trabajando en las pinturas murales del monasterio Jampa Gonpa de Lo-Manthang.
Upper Mustang Restricted Area
Canon EOS-1D MkIV a ISO 800, 17-40 mm f/4L, trípode
© Oriol Alamany
Tras visitar las remotas cuevas descubiertas por los estudiosos (¡de acceso pavoroso, no apto para quienes sufran de vértigo!), y de documentar el fascinante trabajo de restauración de las pinturas murales que está realizando la American-Himalayan Foundation con el equipo de Luigi Fienni en los monasterios de Lo-Manthang, emprendimos el regreso por la zona menos visitada del reino. Allí no encontramos alojamiento, por lo que dormíamos en una tienda, y debímos superar unos tras otro más puertos de montaña de más de 4.000 metros de altitud. La comida fresca se había terminado y el cocinero se las ingeniaba para cocinar atractivas comidas con las latas y alimentos preparados que quedaban en los caballos. Durante la siguiente semana no vimos un enchufe eléctrico ni tocamos una ducha. La sensación de estar en el fin del mundo se acrecentó aún más.
Chortens y formaciones erosivas cerca del poblado de Yara.
Upper Mustang Restricted Area
Canon EOS-1D MkIV a ISO 200, 70-200 mm f/2.8L IS II, trípode
© Oriol Alamany
Pero paso tras paso, ascenso tras ascenso, fotografía tras fotografía, alcanzamos los límites del reino. Abandonar Mustang fue tan duro como recorrerlo. Lo hicimos con aquella sensación de que habíamos visto algo que de aquí a poco tiempo dejará de existir: Las excavadoras están abriendo pistas de acceso, los primeros 4x4 empiezan a llegar a Lo-Manthang, el "progreso" está en marcha. El mes de viaje se nos hizo corto y largo a la vez: las condiciones de vida son duras, ¡pero hay allí tantas cosas atractivas por ver y fotografiar!
La inmensidad de Mustang desde las poca visitadas montañas al Este del río Kali Gandaki. Al fondo, el cañon del río, detrás las montañas que separan el reino de la región de Dolpo, y a la derecha los límites del Tibet. Upper Mustang Restricted Area (Haz clic para ampliar).
Canon EOS-1D MkIV a ISO 800, 17-40 mm f/4L, paonrámica de 4 imágenes
© Oriol Alamany
Carnero azul o Bharal en Upper Mustang Restricted Area
Canon EOS-1D MkIV a ISO 200, 70-200 mm f/2.8L IS II con teleconvertidor 2X, trípode
© Oriol Alamany
De regreso a Barcelona, los diversos cursos de fotografía que tenía comprometidos, así como el inmediato trabajo que debíamos realizar en Zambia en julio, me han imposibilitado editar a conciencia el abundante material obtenido en el Himalaya, así que de momento tan sólo os dejo una pequeña muestra. Completada la trilogía sobre la Annapurna Conservation Area, espero que en el futuro pueda mostraros el trabajo completo. Si a alguna editorial le apetece publicar este ambicioso proyecto, su propuesta será bienvenida ;-)
Chorten a la entrada de la ciudad amurallada de Lo-Manthang.
Upper Mustang Restricted Area
Canon EOS-1D MkIV a ISO 3200, 17-40 mm f/4L, trípode
© Oriol Alamany
Mustang Kingdom trek, Tiji Festival, Lo-Manthang, Mustang cave paintings
Hola Oriol,
ResponderEliminarRealmente interesante el relato... El Himalaya es seguramente uno de los pocos lugares del mundo donde aún se puede tener esa sensación que describes de remoto y salvaje. Ya veo que pudiste fotografiar Bharales, pero según tengo entendido también es posible avistar algún Argali Tibetano por la zona... Pudisteis ver alguno?
Un abrazo.
Hola Oriol,
ResponderEliminarSe'ns dubte un gran viatge no apte per a persones amb baixa forma física o molt acostumats als hotels de 5 estrelles. Tota una aventura de la que vas disfrutar tal i com expliques tan amenament en el teu relat (suposo que resumit perquè devia estar ple d'anècdotes).
Ja t'ho vaig dir quan vam fer el curs d'Olot, una de les coses que més m'agraden de tu és lo proper que ets en contraposició a d'atres fotògrafs amb menys reorregut que tu i que semblen "dives". Però sobretot la passió que transmets i contàgies quan parles de fotografia i de viatges.
Una abraçada i records a l'Eulàlia.
Dani i Gemma.
Vaya viajecito, estoy deseando poder leer más y ver más fotos de lo que visteis por ahí.
ResponderEliminarEnvidia,envidia que buen trabajo,que suerte tienes de tener a Eulalia a tu lado,bueno a soñar,si el año que viene necesitas un compañero-ayudante !!!!!!
ResponderEliminarLuis M Molina un abrazo.
Bon dia Oriol,
ResponderEliminarGran artículo. A parte de Barhales, qué otra fauna hay por ahí?
Esperamos una entrada de Zambia pronto.
Fins aviat!
La fotografía del rótulo de prohibición estaba mal cargada y no podía ampliarse, por lo que no era posible leer el texto. Ahora ya funciona.
ResponderEliminarÒscar y David, la fauna fue el tema más decepcionante del viaje. No digo que esperara ver Leopardo de las Nieves, pero si algo más de vida especializada en las alturas (casi todo el viaje estuvimos por encima de los 3500 m). El Bharal que he puesto iba acompañado de su cría y fueron los únicos que vimos en todo el viaje. De otros mamíferos ni rastro, excepto un día un Chacal.
ResponderEliminarDe aves vimos unos cuantos Quebrantahuesos, algún buitre (poquitos) y pajarillos de montaña, pero en cantidades mínimas. Bastante flojo todo. Me esperaba mucho más de un sitio así.
Daniel, gracias por tu comentario. El relato podría ser interminable por las muchas cosas y experiencias que vivímos, pero lo tenía medio escrito desde hace semanas (antes del reciente viaje a Zambia), he encontrado un momento para terminarlo y tenía ganas de colgarlo ya. Y también debo reservarme fotografías para proponer reportajes a las revistas.
ResponderEliminarHola Oriol, enhorabuena por el trabajo, es francamente bueno y muy interesante, espero verlo pronto terminado.
ResponderEliminarSaludos.
Oriol, lo que nos cuentas en este post no es un viaje, o tres... es un sueño, un sueño que muy pocos han podido hacer realidad, además con el preciado botín fotografico que te has traido.
ResponderEliminarMe guardo este post,para....bueno, quien sabe el futuro, por supuesto me gustaria algun dia fotografiar ese mismo chorten ;)
Una abraçada!
Pere, ¿a cual de los dos chortens te refieres? El de Peissel quería fotografiarlo también de noche, pero un ataque de fiebre de casi 39º me lo impidió. El segundo se encuentra en Lo-Manthang mismo, pero en todo el país hay multitud de ellos. Son unas construcciones bellísimas y fascinantes para un fotógrafo.
ResponderEliminarAl de Peissel, el de la portada del libro, no me lo puedo imaginar en una noche estrellada, sin C.L. i con la Vía Láctea coronandolo... tiene que ser como besar un angel... :)
ResponderEliminarUna lástima la fiebre, pero es uno de los gajes comunes al viajar a esos paises, algun dia toca...
Hola Oriol, emocionant relat i fotos d'aquest racó de món que ja vam ensumar fa molts anys (el 92...) i que segur que paga la pena tot l'esforç que requereix. Per cert, em recorda molt a zones remotes del Ladakh! A veure si un dia ens podem trobar i comentar-ho! Jo vaig estar al Sikkim- Kangchenjunga al Novembre- també un altre lloc per conèixer..! records a l'Eulàlia
ResponderEliminarImpressionant relat i fotografies, Oriol. M'ha agradat molt la crònica, devia ser un viatge inoblidable. Quina enveja!!
ResponderEliminarGràcies per compartir-ho.
Enhorabuena por el viaje y el relato Oriol, sencillamente impresionantes. Espero poder verlo más profundamente en alguna publicación o mejor todavía en alguna charla tuya si vuelves por Asturias.
ResponderEliminarSaludos
Amb la teva narració i les teves imatges m'acabo d'estalviar tota la paperassa d'aquest viatge, sembla que hi hagi estat per allà. Os envejo però, les caminades per un lloc tan salvatge. Records d'un altra parella.
ResponderEliminarInteresantísimo y envidiable viaje.Estuve en el valle de Katmandú hace once años y me prometí volver........................
ResponderEliminarHola Oriol,
ResponderEliminarhe disfrutado como un niño leyendo tu relato y me quedo con ganas de más.
Muchas gracias por compartir vuestra aventura.
Saludos
Fantàstic, m'ha agradat molt, les fotos i el documental. No pareu de compartir tot el q feu! Gràcies!
ResponderEliminarQue preciosidad de reportaje!!! me ha encantado, estoy deseando que llegue aida para enseñárselo!!! Lo que nos encantaria una visita tuya por nuestra tierra Extremeña, y ya unas charlas seria de quitarse el sombrero!!! seguro que alguna editorial te quita esto de las manos!!! Saludos!!!!
ResponderEliminaryO TAMBIE M ELEI ESE LIBRO......ESPERO IR ALGUN DIA COMO TU!!
ResponderEliminarsaludoa camperos
Hola Oriol,
ResponderEliminarCualquier cosa que diga se quedará pequeña frente a la impresión que me ha causado tu relato. Verdaderamente hace falta echarle valor y afición para emprender una aventura así. Pero el resultado, a tenor de lo que cuentas y de las fotografías que muestras, merecen sin duda la pena. Ya me gustaría poder acompañaros aunque solo fuese para llevar la mochila...jejejjjj
Muy de agradecer ésta entrada, como todas pero no se porqué ésta me ha gustado especialmente.
Muchisimas gracias por compartirlo,
Hola Oriol,
ResponderEliminarFelicitaciones por ése fantástico viaje!
En 1992 estuve a las puertas de ésa entrada al Mustang, delante de ése mismo cartel (u otro igual tal vez, pués ya llovió), y siempre soñé con adentrarme en ése territorio en alguna futura ocasión. Saludos cordiales
Quizás uno de mis viajes mas soñados. Me encantaría visitar el Himalaya. Las fotos como siempre impresionantes... en la vida podría hacer fotos con esa calidad... espectaculares. Enhorabuena.
ResponderEliminarUn saludo.
Frente a esa magnificencia todo te parece pequeño pero la grandiosidad de su espacio es inmortal. Viajé a Nepal hace dos años y mi vida cambió. Encontrar lo que buscas es sentirte pleno y contemplar todo aquello fué decisivo en mi vida. Felicidades por el blog.
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