1/5/25

SE ACABÓ LO QUE SE DABA



Acampados en el desierto en Omán, durante un largo viaje que resultó especialmente duro y complicado. Sacar adelante los proyectos fotográficos es costoso y, a veces, tremendamente exigente. El uso de las imágenes resultantes merece respeto y una retribución económica.
© Oriol Alamany. 


(Como hoy, 1 de mayo, es el Día del Trabajador, me parece apropiado publicar este artículo que tenía guardado en modo Borrador desde hace tiempo).


Llevo cuarenta y cinco años trabajando como fotógrafo profesional: estudiando, formándome en nuevas tecnologías, devanándome los sesos para nuevos proyectos, arriesgando mi integridad física o la salud, e invirtiendo mucho tiempo y dinero, para crear imágenes para su uso comercial. Es el oficio que escogí hace ya muchos años, frente a opciones que tenía económicamente más seguras y tentadoras. Pero en su momento decidí tirar hacia "esta vida de hippie" (que decía un amigo mío). Y no me arrepiento, ya que es un trabajo que me apasiona. Lo cual no significa que a veces no sea extremadamente duro, o bien poco agradable en ciertos momentos.

Y es que llevo todos esos mismos años viendo cómo algunas empresas y personas usan mis obras fotográficas porque les parecen idóneas para sus necesidades pero, sin embargo, no creen que merezca la pena pedirme autorización para utilizarlas ni, desde luego, pagar por su uso. Compensar en una pequeña parte esas horas de trabajo, dinero y la creatividad que he invertido en ellas les parece innecesario.


Pasar un día de invierno estirado dentro de un cajón junto a una laguna no es nada cómodo, pero es necesario para lograr fotografías de ciertas aves acuáticas, Estany d'Ivars, Catalunya, 2014.
© Oriol Alamany. 


A los fotógrafos ya no nos sirve ni el clásico y manido “Es que pondremos tu nombre”, ni el caradura “Es que me corría mucha prisa y las cogí, y luego se me olvidó avisarte”, ni el iluso “Vamos a poner en valor tu obra”, o el mezquino “Para este proyecto queremos los mejores fotógrafos, tus imágenes nos gustan mucho, pero no hay presupuesto para fotos” (Pero sí para todo el resto de implicados, desde el director de la empresa, hasta el subordinado que te llama).

Lamentablemente son continuos e innumerables los casos de uso inconsentido de mis fotografías que he soportado, con mayor o menor paciencia, durante décadas. Es algo que resulta agotador y desalentador.


Las horas encerrados en la oficina, gestionando las fotografías, mensajes, trabajos, pedidos, etc., superan con creces las más satisfactorias horas pasadas en el campo o viajando.
© Oriol Alamany. 


Cualquier empresa o particular que quiera usar las fotografías que con tantos esfuerzos y sacrificios hemos creado, debe solicitar permiso para su uso ANTES de hacerlo. Y se le aplicará la tarifa vigente por la cesión de su uso. En Oriol Alamany – Imágenes Vivas sólo cedemos el uso gratuito de nuestros trabajos de manera puntual a algunas ONGs, siempre que nos lo soliciten por anticipado y que sus fines nos parezcan adecuados y decidamos colaborar. 

Lo más alucinante es la reacción de los infractores cuando osas manifestar tu enfado por su incorrecto proceder. “Es que eres muy celoso de tus fotos”, me han dicho, dado que no estoy por la labor de cederlas gratis a otras empresas, o porque me quejo cuando me las cogen gratis para usarlas en su propio beneficio. "Total, para tenerlas guardadas en el armario...". Y también: “Eres buen fotógrafo, pero muy mala persona”, por haber tomado medidas para que el hurto de mis imágenes no volviera a darse en una empresa. "Es que tu marca de agua afeaba la foto", fue la respuesta de un instagramer que presentó una fotografía mía a un concurso bajo su nombre (¡Y lo ganó!), tras reprenderle que la hubiera cogido y borrado mi nombre de ella. 

La inventiva de los ladrones de lo ajeno no tiene límites. Será que, cuando les descubres, la mejor defensa es un buen ataque. O que algunos, con su sueldo asegurado cada fin de mes, no tienen ni idea de lo que cuesta sobrevivir con un arriesgado e inestable trabajo autónomo. Aquí no podemos regalar nuestro trabajo.


Sufriendo mal de montaña a más de 4.000 metros de altitud, en el campamento base del Annapurna, Nepal, 2010.
© Eulália Vicens. 


Que quede claro: los fotógrafos profesionales no somos proveedores gratuitos de contenidos. En Oriol Alamany - Imágenes Vivas somos una empresa con personas que trabajamos duro cada día intentando ganarnos la vida, poniendo iguales dosis de trabajo e ilusión en lo que hacemos. Tanto si eres un particular que quiere ilustrar un blog o decorar tu casa con una bella imagen, como una ONG que requiere fotografías para su campaña, o bien una empresa que necesita imágenes para sus productos, debes ponerte en contacto con nosotros y te atenderemos lo mejor posible.

Pero, por encima de todo, respétanos y nosotros te respetaremos.

(Y si no lo haces, ahí están las redes sociales y/o los juzgados, para divulgar o castigar a los delincuentes que roban el trabajo a la gente trabajadora.)


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