
Paseando por el Barri Gòtic, Barcelona, 2008
Canon EOS 400D a ISO 100, 17-40 mm f/4L
© Oriol Alamany
A pesar de su juventud (tan sólo un año y medio de vida) al modelo más económico de cámara réflex digital (DSLR) de Canon, la pequeña 400D, le ha llegado la hora del retiro. La 450D, anunciada el pasado mes de enero, empieza a llegar a los comercios europeos. Sus mejoras más interesantes son un sensor de imagen de 12,2 MP/14 bits de resolución (contra 10,1 MP/12 bits), un visor de mayor aumento, la incorporación de la medición puntual, el monitor LCD de 3" con modo Live-View (contra 2,5"), y su menor peso (475 gr. contra 514 gr., sin batería). En
este foro un usuario publica una simple pero interesante comparativa entre ambos modelos y en la web de
Imaging Resource hay una útil
tabla comparativa de características técnicas de la 350D, 400 D y 450D.
A primera vista, el único inconveniente que le veo al nuevo modelo es la adopción como método de almacenamiento de las diminutas tarjetas SD, en contra las habituales CF, usadas como estándar en todo el resto de cámaras réflex de la marca. Esta estrategia de utilizar tarjetas SD en sus réflex más económicas ya es aplicada por Nikon desde hace unos años.

Esta gama baja de cámaras DSLR son muy usadas por los aficionados, pero sus abundantes prestaciones y su buena calidad de imagen hacen que también puedan constituir un ligero y económico segundo cuerpo para fotógrafos avanzados o, incluso, profesionales. A algunos fotógrafos parece que se les tienen que caer los anillos por utilizar cámaras de este nivel básico, pero ya en los años 90 el gran fotógrafo, escritor y alpinista norteamericano
Galen Rowell pregonaba las bondades de las réflex más sencillas de Nikon o Canon y las usaba para plasmar algunas de sus imágenes.
En mi caso, cuando fotografiaba con película siempre viajaba con dos o tres cuerpos de cámara (uno de ellos de gama sencilla). Por comodidad y por si una de ellas se averiaba. Pero dado el elevado precio de mi cámara actual, la EOS-1 Ds Mark II, desde que empecé a trabajar con digital tan sólo viajaba con ella. En junio del año pasado, antes de marchar dos meses de viaje por remotos parajes de Alaska y el Yukon, me decidí a comprar una 400D como cuerpo de emergencia. Me daba pánico que mi EOS-1 fallara o sufriera algún percance o caída en un paraje remoto a mitad del viaje y ello me impidiera seguir fotografiando. No falló (de hecho, en cuatro años de trabajo no me ha fallado nunca), por lo que en Alaska empezé a utilizar la 400D como segundo cuerpo de cámara pequeño, ligero y discreto, ideal para fotografía callejera. O también para rutas por alta montaña, cuando tengo que cargar con mucho peso como la tienda de campaña y el saco de dormir. Su ligereza y facilidad de uso ha hecho que me sienta muy cómodo con ella.

Antigua gasolinera en Glacier Bay, Alaska, 2007
Canon EOS 400D a ISO 100, 17-40 mm f/4L, Duotono a partir de RAW
© Oriol Alamany
Como profesional de la fotografía resulta curioso trabajar a la vez con el modelo de cámara más sofisticado y el más sencillo de una marca. Y comprobar que tanto una como otra tienen sus ventajas e inconvenientes. Y con ambas obtengo imágenes válidas e imágenes desechables. Esta mañana mismo hemos salido a pasear por el barrio antiguo de Barcelona y la 400D me ha permitido obtener algunas imágenes como la que encabeza esta nota, sin necesidad de llevar mi voluminoso equipo habitual. Si la única alternativa hubiera sido llevar la pesada EOS-1, la habría dejado en casa.
Al parecer, la nueva 450D será aún mejor para este tipo de usos.