Hembra de Oso Grizzlie con sus cachorros en el Parque Nacional de Denali, Alaska-2007
Canon EOS-1 Ds MkII a ISO 400, 500 mm f:4L IS con teleconvertidor 2X (1000 mm), trípode Gitzo Mountaineer G1057 y rótula RRS BH-40.
© Oriol Alamany
Un amigo que en pocos días se marcha de viaje a Costa Rica me planteaba una duda que es común entre los aficionados a la fotografía de viajes justo antes de la partida: "Me llevo un trípode o no".
En mi caso tal duda ni se me plantea, ya que el trípode me resulta esencial para obtener la calidad técnica que me autoexijo en mis imágenes de paisajes y, además, me gusta mucho fotografiar con luces crepusculares e incluso de noche. Aunque he trabajado y también recomiendo los trípodes de la marca Manfrotto, actualmente uso dos Gitzo Mountaineer de fibra de carbono, debido a su poco peso y a la extrema rigidez que aporta este material. Uno de ellos es de la serie 2, mi trípode habitual. Y el otro es de la extremadamente liviana serie 0, y sólo lo utilizo de modo puntual para algunas caminatas largas, o bien en algún trekking especialmente duro. Para los safaris fotográficos desde un vehículo, lo más recomendable son los Beanbags o los soportes de ventana como el fabricado por Kirk.
Si viajo en avión, habitualmente el trípode va en el interior de mi equipaje facturado, protegido entre la ropa y con la rótula desmontada para que ocupe menos espacio. En algunos casos, como en el último viaje a Socotra y Jordania, incluso me llevo los dos para adaptarme a diversas situaciones que planteaba el viaje y también para poder trabajar con dos cámaras a la vez en las largas exposiciones nocturnas.
Sobre este y otros temas relacionados hablo ámpliamente en el libro "Viajar con tu cámara" de Ediciones Península.
Eulàlia observando a dos familias de Osos Grizzlies con sus cachorros en el Parque Nacional de Denali, Alaska. Aunque jamas recomendaría un trípode tan pequeño para fotografiar con un potente teleobjetivo, la imagen que abre este artículo está tomada durante una excursión a pie por la tundra de Denali con una focal de 1000 mm (500 mm con un teleconvertidor 2x) en una pesada réflex Canon EOS-1 Ds MkII montado en el liviano trípode Gitzo Mountaineer G1057 con la rótula RRS BH-40 Pro que se ve en esta fotografía. Eso sí, sin estirar todas las patas por completo y recurriendo al Estabilizador de Imagen del teleobjetivo. Pero a pesar de eso quedé sorprendido de su estabilidad y del resultado.
© Oriol Alamany
Y hablando de trípodes de viaje, ayer me llegó la publicidad de un producto que, aunque dudo mucho de su utilidad real, me hizo gracia y lo pongo aquí tan sólo a modo de divertimento. Se trata de un trípode-botella. cuyo funcionamiento podeis ver en este video:
Y aquí, otro video sobre cómo fabricárselo uno mismo:
Y una tontería aún más grande, cómo fabricarse uno con una pelota de tenis:
Y por último, un video ya clásico de internet, posiblemente el menos tonto de los tres si con un monopie nos basta:
¡Felices vacaciones! ;-)
Qué casualidad, mi trípode Manfrotto (un 055ProB) quedó (olvidado) en el aeropuerto de San José. Mis gestiones para tratar de recuperarlo no han tenido éxito alguno así puedes decirle a tu amigo que no se lleve trípode y recoja y use el mío... :-)
ResponderEliminarLos Gitzo tienen mucha fama de buenos y de caros, yo acabo de comprar un Giottos de carbono a un precio realmente bueno. Y coincido contigo, el trípode es esencial, de ahí que se escoja uno ligero para no tener dudas a la hora de pensar en cargar con él.