10/12/24

CÓMO ACTUALIZAR EL FIRMWARE DE TU CÁMARA





Si te has adentrado en este apasionante (y a veces un tanto apabullante) mundo de la fotografía, es probable que algún día hayas oído la pregunta –¿Ya tienes actualizada tu cámara al último firmware?

¿Qué caray es eso del firmware?, pensarás. Pues bien, las cámaras fotográficas digitales son pequeños ordenadores que realizan todas sus funciones gracias a un procesador interno. El firmware es el software que hace funcionar el hardware. Y tras esta última frase llena de anglicismos, ahora en cristiano: Es el conjunto de instrucciones o el programa interno que hace funcionar todos los mecanismos de tu cámara, para que puedas hacer estas fotos tan chulas que luego luces en Instagram. 

En las antiguas cámaras fotográficas de película la mayoría de funciones eran meramente mecánicas. El modelo salía a la venta y, cuando una década después desaparecía del mercado, seguía siendo idéntico a su primer día en el mercado.

Hoy en día, al incorporar las cámaras digitales un ordenador en su interior, es posible cambiar su "Sistema operativo" o software. De eso modo, con un cambio en la programación, los ingenieros pueden mejorarla, afinar su funcionamiento o, incluso, añadir funcionalidades nuevas, hasta llegar al fin de su vida comercial. Que, por cierto, ya no es una década como antes, sino que ahora suele ser de entre dos y cuatro años como mucho.


MEJORANDO LA CÁMARA

En las cámaras réflex digitales, las actualizaciones de firmware solían ser escasas. Aparecían una o dos a las pocas semanas o meses de su introducción, para solucionar fallos de diseño o errores de funcionamiento, y luego basta. Pero poco a poco y, sobre todo, con la aparición de las cámaras sin espejo, las actualizaciones fueron haciéndose más y más frecuentes. Y, además, empezaron a añadir nuevas funciones a modelos que no las tenían. Durante unos años simultaneé mis cámaras réflex Canon con una mirrorless Olympus. Y mientras que Olympus introducía firmwares con mejoras y nuevas funciones cada pocos meses, Canon sacaba unos pocos, en general sólo para corregir cosas como errores de ortografía en los menús, o alguna incompatibilidad con nuevos objetivos. Por suerte esto cambió con la introducción de las Canon EOS R mirrorless: ahora las actualizaciones son más frecuentes e introducen mejoras o nuevas funciones.

Eso es muy bueno para el usuario, que ve como su costosa inversión en una cámara mejora poco a poco. Y, por otra parte, permite a las marcas competir unas con las otras sin la necesidad de tener que sacar al mercado un modelo totalmente nuevo, diseñado desde cero. Una buena actualización de firmware y, además de darle una alegría a los usuarios, el modelo "modernizado" avanza unas posiciones en las preferencias de los posibles compradores.

Así que, cuando te enteres de la aparición de un nuevo firmware para tu cámara, no dudes en actualizarlo. Ningún firmware va a empeorarla y además, aparte de las cuatro cosas que el fabricante indique que hace esa nueva versión, es probable que aproveche para introducir de escondidas pequeños ajustes y/o correcciones de fallos no reconocidos públicamente, pero que estaban allí. 

En los foros de internet verás a personas que se vanaglorian de no actualizar nunca sus firmwares, como si eso fuera algo bueno, porque temen que introduzcan algún defecto en su cámara. Es verdad que, en alguna ocasión, un nuevo firmware ha introducido un fallo, que luego ha sido rápidamente subsanado en una versión posterior. Considero que no actualizar el firmware es un riesgo mayor, ya que siempre introducen correcciones de fallos anteriores, mejoran el funcionamiento de la cámara o, como he dicho antes, incluso añaden nuevas funcionalidades.


Buscando actualizaciones para el control remoto de mi dron.
© Oriol Alamany


COMO SE ACTUALIZA EL FIRMWARE

La manera más habitual de actualizar el firmware de una cámara es a través de su tarjeta de memoria. Algunas marcas requieren que se conecte la cámara a un ordenador con conexión a internet mediante un cable USB y, entonces, una aplicación específica permite conectarse con el servidor y cargar el firmware desde allí. Otras te permiten descargar el firmware en el ordenador desde la web de soporte de la marca, grabarlo en una tarjeta de memoria, y cargarlo en la cámara mediante esta tarjeta. Ese es el método que tengo por costumbre utilizar yo.

Sea cual sea el sistema, es algo que hay que hacer con cuidado, siguiendo los pasos explicados en la web, Y si tienes algo de paciencia, mejor no lo hagas el mismo día en que aparece publicado: como he dicho antes, ha habido casos de firmwares que contenían algún defecto o introducían algún fallo en la cámara. Internet es muy activo y los días siguientes a la aparición de un firmware hay múltiples hilos en las redes sociales, con todas las opiniones sobre problemas o posibles fallos. Mejor esperar unos días y cerciorarse de que funcione correctamente. En casos muy puntuales los fabricantes se han visto obligados retirar un firmware recién publicado y substituirlo por uno corregido a los pocos días. Algunas veces, estando de viaje, he visto actualizaciones y entonces me niego a hacerlas. Imagínate que tu cámara se bloquea estando en el Himalaya, sin acceso a un servicio técnico. Ya lo harás tranquilamente cuando regreses a casa.

Un aspecto que también debes tener en cuenta es que la actualización podría devolver todas o parte de las personalizaciones que has hecho a tu cámara mediante sus numerosos menús, a su estado de fábrica. Eso no es la habitual: en Canon jamás me ha sucedido, pero hace un tiempo era algo normal en las Olympus. Tras la actualización te quedaba la tediosa tarea de volver a reprogramarlo todo de nuevo.





LOS OBJETIVOS TAMBIÉN TIENEN FIRMWARE

Dado que hoy en día la mayoría de objetivos incorporan un chip en su interior para gestionar el motor de enfoque, las laminillas del diafragma, etc, algunas marcas permiten también actualizar el firmware interno de los objetivos, aunque eso es mucho menos frecuente que con las cámaras.

Para ello, también hay que cargar el firmware en la tarjeta de memoria y actualizarla a través de la cámara. Algunas marcas de ópticas independientes, como Sigma, Tamron o Samyang, dado que no pueden hacerlo a través de la cámara, venden unas bases denominadas Docks, donde montar el objetivo y conectarlo al ordenador para la actualización. Pero eso tiene un coste adicional.



La App de Canon del teléfono móvil avisándome de que se ha publicado un firmware nuevo para mi cámara Canon EOS R5.
© Oriol Alamany



LA ACTUALIZACIÓN, PASO A PASO

Los pasos a seguir, en concreto con mis cámaras Canon, son:

1. Buscar el firmware en cuestión mediante el ordenador en la web de soporte de la marca.

2. Descargar el archivo a tu ordenador, adecuado para tu sistema operativo (a veces la web te pide el número de serie de la cámara para hacerlo). También puedes conectar la cámara a una aplicación de la marca en el teléfono móvil, pero yo prefiero hacerlo directamente.

3. Descomprimir la imagen de disco .dmg que ahora tienes en el ordenador.

4. Copiar el archivo del firmware en una tarjeta de memoria recién formateada en la cámara, a través de un lector de tarjetas. No debes ponerlo en el interior de ninguna de las carpetas que contiene (DCIM, etc), déjalo directamente en el primer nivel, el directorio raíz de la tarjeta.

5. Saca el objetivo y, con la cámara apagada y la batería totalmente cargada, introduce la tarjeta en su ranura. Algunas marcas recomiendan usar un modo determinado, como el modo P (Program), por ejemplo. Yo no suelo hacerlo y me funciona igual, pero no sé si hay alguna razón oculta tras esta recomendación.

6. Encender la cámara y navegar hasta el menú de firmware. Te preguntará si quieres actualizarlo.

7. Darle al botón actualizar Y NO TOCAR NADA hasta que la actualización termine, por más que parezca que el proceso se detiene unos minutos. Cruza los dedos y deja que la tecnología haga su magia.




8. Una vez terminada la actualización, salir del menú y apagar la cámara. Volver a encenderla y comprobar que el menú Firmware muestre la nueva versión. En el muy raro supuesto de que el firmware no se instale correctamente, intenta de nuevo el proceso desde el inicio. 

9. Formatear la tarjeta de nuevo para eliminar el archivo del firmware.

10. ¡Y listo! Cámara como nueva y, según la versión, con alguna nueva funcionalidad o mejora. A veces el fabricante publica inmediatamente un nuevo manual de la cámara que contiene las novedades, o sea que vale la pena buscarlo en su web.


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Escribir estos artículos y realizar pruebas de material fotográfico, es un proceso laborioso, que me lleva horas de documentación y trabajo. Si este artículo te ha gustado, te ha entretenido, o te ha sido de utilidad, puedes invitarme a un café.


27/11/24

¿BATERÍAS CLÓNICAS O ORIGINALES?: LA SMALLRIG USB-C



Atrás quedaron aquellas cámaras mecánicas que funcionaban toda su vida sin recurrir al uso de pilas ni baterías. Atrás quedaron también las primeras cámaras electrónicas de los años 70 y 80 del siglo XX, que funcionaban con pilas de un sólo uso (alcalinas, de óxido de plata, de litio...), pero que cambiábamos tan sólo una vez al año. 

A mitad de los años ochenta todo aquello se acabó: la llegada de los sistemas de enfoque automático obligó a los fabricantes a implantar el uso de potentes baterías recargables, ya que esos mecanismos requerían de mucha energía y agotaban cualquier pila en pocos días. Y en el cambio de siglo, con la aparición de las aún más hambrientas cámaras digitales, el consumo eléctrico se disparó, exigiéndonos a los fotógrafos usar una o dos baterías diarias. 

Hoy en día, cuando compramos cualquier cámara, esta ya viene con su batería recargable, cada una con su propio y específico modelo. A esas baterías originales se les denomina genéricamente OEM (Original Equipment Manufacturer) y están fabricadas según los estrictos requerimientos del diseñador de la cámara y se comercializan bajo su marca.


BATERÍAS ORIGINALES vs BATERÍAS CLÓNICAS

Personalmente siempre prefiero utilizar baterías originales, ya que me han dado buenos resultados durante años de uso. Algo que, como profesional especializado en trabajos en condiciones severas y zonas remotas, me proporciona confianza. Por suerte, mi actual cámara Canon EOS R5 es compatible con las baterías de mi anterior 5D MkIV e incluso las de mi más antigua 5D MkIII. Ello me permite aprovechar las mismas baterías durante años y años. Es de agradecer que Canon haya mantenido esta compatibilidad entre las distintas versiones de este modelo desde hace 16 años. 

Si no quieres leerte mis divagaciones, mi rápida conclusión es que, si el dinero no resulta un problema, siempre es mejor comprar una batería original. Porque su única pega es que cuesta un precio elevado, pero siempre te va a proporcionar el mejor rendimiento

El problema es el dinero: por ejemplo, el modelo Canon LP-E6P de la R5 y otras cámaras de Canon cuesta nada menos que 119 €. Resulta frustrante comprobar que el modelo equivalente original de Nikon cuesta tan sólo 69 €, el de Fujifilm 79 €, el de OM Systems 89 €, y en Sony 90 €. ¿Porqué la Canon en concreto es la única que cuesta tanto? Nada menos que un 73% más cara que la Nikon, de similar tamaño y capacidad. Si necesitara comprar cuatro o cinco baterías para llevar a cabo algún proyecto exigente (como el que acabo de realizar este otoño en una zona geográfica remota, sin acceso a electricidad), la inversión es tremenda. ¡Un buen Powerbank de muchísima más capacidad, que permite recargar una batería 5 o 6 veces, cuesta tan sólo entre 50 y 75 euros!



Un Powerbank de 20.000 o 25.000 mAh de Ugreen o Anker tiene mucha más capacidad que la batería de 2.130 mAh de una cámara, a un precio menor.


Debido a esos precios, existen terceras marcas que fabrican baterías compatibles para cada cámara. Se les llama baterías clónicas, porque imitan la forma y características de las originales. Y sus precios suelen ser entre una cuarta parte y la mitad. Además, muchas veces publicitan una capacidad (característica que se expresa en mAh) incluso superior a las originales.

Pero cuidado, no os dejéis deslumbrar: en la práctica, su rendimiento jamás alcanza el de las OEM, su mayor capacidad es siempre mentira, su probabilidad de fallos podría ser superior y, a veces, ni tan siquiera son el 100% compatibles. Hoy en día las baterías originales integran en su interior un chip que proporciona información a la cámara (porcentaje  de carga, temperatura, estado de las células, protección contra sobretensiones...). Alguna clónicas llevan chips más simples. Por ejemplo, raramente suelen dar información sobre su temperatura, pudiendo causar que la cámara se sobrecaliente. O, a veces, la cámara ni tan siquiera las reconoce y salta un aviso de incompatibilidad.

Para escribir este artículo he consultado a varios compañeros fotógrafos y, algunas de las marcas clónicas más conocidas y con mejores valoraciones han sido Patona, Baxxtar, Powerextra y DSK. Pero incluso con estas, leyendo en internet las malas opiniones de algunos usuarios, siempre las he mirado de soslayo. En una ocasión, el representante en España de una marca me proporcionó cuatro baterías que aparentaban buena calidad, como apoyo a mi proyecto sobre el leopardo de las nieves. Pero la experiencia con ellas en el Himalaya fue tan decepcionante, que dejé de usarlas: me proporcionaban muy pocos disparos, una de ellas dejó de cargar por completo, y otra se descargaba sola sin tan siquiera utilizarla. 

En otras ocasiones, amigos que vendieron sus cámaras, me regalaron baterías clónicas (Powerextra y Hahnel) por si yo podía darles uso. Y ambas duraron unos pocos meses hasta morir por completo. Cualquier batería, incluidas las OEM, van perdiendo con el tiempo parte de su capacidad, pero al menos las originales duran años y años. De hecho, creo que jamás he tenido ninguna Canon que dejará de cargar por completo.


Otro aspecto que me ha llamado la atención es que, cuando el chip de una batería Canon indica que está agotada, lo está de verdad. Aunque la deje descansar un rato o la caliente en mi bolsillo (algo que hace años me funcionaba), ya no logro volver a arrancar la cámara. En cambio, con algunas baterías clónicas, cuando dejan de funcionar, al cabo de un rato es posible exprimirles unos pocos disparos más. No creo que sea tanto que tengan una mejor capacidad de recuperación, si no que sus chips no contabilizan de manera correcta su capacidad restante.



Durante un mes recorrimos a pie la región de Dolpo, en el Himalaya, sin acceso a electricidad, con bajas temperaturas, y a altitudes casi siempre por encima de los 4.000 metros.
Foto © Eulàlia Vicens

UN PROYECTO EXIGENTE

La pasada primavera mi compañera Eulàlia y yo empezamos a preparar un proyecto fotográfico que nos exigiría pasar un mes andando por una zona remota de la cordillera del Himalaya. La mayoría de días dormiríamos en tienda de campaña, sin acceso alguno a electricidad, por encima de los 4.000 metros de altitud, con varios pasos de montaña de más de 5.000. El equipaje a llevar estaría limitado por lo que pudiéramos cargar nosotros y las mulas que nos acompañarían en nuestro periplo. No era cuestión de llevar un generador eléctrico ni grandes y pesados Powerbanks.

Así que repasé cuantas baterías disponía y qué sistemas podía utilizar para recargarlas. Dispongo de dos baterías Canon del modelo actual LP-E6NH, y tres muy usadas del modelo anterior LP-E6N. Para recargarlas utilizaría una combinación de panel solar y Powerbank, como ya hize en trekkings anteriores por los Annapurna y el Reino de Mustang (Ver artículo). Pero estaba claro que necesitaría alguna batería nueva más. 

El elevado precio de las originales me hizo investigar de nuevo en el mundo de las clónicas. Pero, a la que leía opiniones sobre ellas en internet, me asustaba por las numerosas malas experiencias.  Y algunos amigos habían tenido problemas con Jupio, Patona, Powerextra y SmallRig. 

Continuando con mis indagaciones, vi algo que llamó mi atención: Unos pocos fabricantes (Neewer, K&F, Patona, Enegon y SmallRig) ofrecían baterías LP-E6NH (y modelos similares de otras marcas) con la particularidad de que no necesitan utilizar el cargador original. Su diseño incorpora un puerto USB-C en la misma batería, lo que permite recargarla con un simple cable conectado a un powerbank, panel solar o cualquier cargador de teléfono móvil.

Algunas críticas de las Neewer, K&F y Enegon con USB-C no eran nada satisfactorias, así que me centré en la SmallRig LP-E6NH USB-C, un reconocido fabricante de accesorios, cuyos comentarios no eran tan malos.

Aprovechando una de esas "Ofertas Flash" que hace Amazon para tentarnos a los consumidores, a mediados de mayo decidí comprar una. Su precio habitual son unos 40 €, muy por debajo de los 119 € de la Canon), pero pagué poco más de 30. La verdad es que el producto viene bien presentado, en una cajita de cartón reciclado donde esta la batería (que es de color azul, lo que la hace rápidamente identificable) y un cable USB-A a USB-C para recargarla (incluso con un pequeño Velcro para recogerlo).


PROBANDO LA BATERÍA SMALLRIG

Enseguida la puse dentro de mi Canon R5 y comprobé la carga con la que venía de fábrica: un 73% con un rendimiento de recarga de III. Con media docena de disparos bajó de inmediato a 65%, lo cual me asustó un poco, pero era una batería nueva que aún no estaba bien activada. Un aspecto importante a tener en cuenta es que cualquier batería recién comprada no alcanza su rendimiento óptimo hasta que se recarga por completo varias veces. De hecho, el manual que acompaña a la SmallRig recomienda recargarla al 100% las tres primeras veces. 

A mi entender, este es uno de los errores principales de los Youtubers y otros "expertos" que realizan pruebas de baterías. He visionado varios videos y a la mayoría de ellos les llega la batería, explican sus características, la recargan una vez, la ponen en la cámara y de inmediato se quejan de su poca capacidad en comparación con la batería original, que llevan usando hace ya meses. Y enseguida hacen la devolución a la tienda online donde la han conseguido. 

Seguro que con unos cuantos usos y recargas, esas baterías les proporcionarían un rendimiento mejor. Quizás no igual que la original, pero sí algo mejor.

Pero volvamos a mi recién comprada Smallrig: me llamó la atención que su manual diga que "...la batería se carga mejor usando un cargador SmallRig o el original Canon". Es decir, que lo de la carga rápida por USB-C directo es una funcionalidad más para emergencias o uso esporádico, que para su uso habitual. Supongo que la recarga normal debe ser menos perjudicial para la vida de la batería.

Siguiendo este último consejo, para estrenarla me abstuve de utilizar el USB y la puse en el cargador Canon original de la R5. El parpadeo en destellos dobles, me confirmó que la carga de fábrica era de entre el 50 y 75%. A las 2h18 minutos, alcanzó la carga completa, lo cual me pareció bastante tiempo, dado que ya estaba a 2/3 de su carga. Cierto es que muchas baterías enlentecen su carga cuando su capacidad supera el 80%.

Al cabo de una semana en la cámara, sin realizar fotografía alguna, la SmallRig seguía manteniendo su carga al 100%. Genial, ya que algunas baterías se autodescargan solas con cierta rapidez.

El siguiente paso fue empezar a utilizarla. Uno de los requerimientos de la Canon R5 es que, para que dispare a la ráfaga más rápida disponible en obturador mecánico (12 fps), la batería debe tener una carga de, al menos, el 60 % de su capacidad. Algunas baterías de terceros no son capaces de proporcionar esa velocidad ni tan siquiera al 100% de su carga. Eso se sabe porque, en la pantalla LCD de la cámara, no se activa el icono de ráfaga H+ en color verde. Con la SmallRig funciona sin problema.

En su primer uso, conseguí nada menos que 1.640 disparos (No en uso real sobre el terreno, si no disparando algunas ráfagas intermitentes en casa hasta agotarla). Nada mal para una batería nueva, aún por activar. La segunda vez probé de cargarla mediante el cargador USB-C de mi teléfono móvil Huawei, que tiene una potencia de 2 Amperios y 10 Watios. ¡En tan sólo una hora, estaba cargada al 92%! El 8% restante le costó un poco más, pero a la 1h45' el Led en la batería se puso de color verde, indicando la carga completa. 


SOBRE EL TERRENO

La prueba definitiva fue utilizar la SmallRig en un viaje por el Ártico, en las islas Svalbard, donde las condiciones de frío y humedad son exigentes. Algunos días allí, fui apuntando la cantidad de fotografías que me proporcionaban las baterías Canon y la SmallRig y los resultados fueron los siguientes:

Canon LP-E6NH: 540, 330, 718, 270, 610, 725 (Media 532).

SmallRig LP-E6NH USB-C: 420, 735, 180, 271, 482, 820 (Media 485).

Un 9% menos de fotografías, por un 65% menos de precio no está nada mal. Como puede apreciarse, hay mucha variabilidad en el número total de tomas, ya que eso depende del frío y de la rapidez con que se hagan. Por ejemplo, fotografiando animales en acción a ráfagas se pueden hacer muchas más, que fotografiando paisajes con más calma, mirando por el visor, estudiando la composición, mirando las fotos hechas en el monitor LCD, etc. 

Tras el ártico vino la temida expedición de un mes en el Himalaya. Durante 25 días prácticamente no tuve acceso a electricidad, tan sólo cuatro noches. La SmallRig se comportó bastante bien y, la pude cargar directamente desde un powerbank, usando tan sólo un simple cable USB-C. Las pocas noches en que tuve la oportunidad de enchufar el cargador de Canon a la corriente eléctrica de una casa, al mismo tiempo podía estar recargando la SmallRig por USB mediante el cargador del teléfono.


Pedro Martín y yo recargando baterías en el Himalaya, uno de los pocos días que dispusimos de electricidad.  En el círculo, la batería SmallRig cargando por USB mediante el cargador de mi teléfono.
Foto © Oriol Alamany

Una diferencia que aprecié entre las Canon y la SmallRig es la exactitud de la información en cámara del porcentaje de energía restante. Con las Canon, cuando se agotan y la cámara se apaga, ya no hay manera de extraerles ni un sólo disparo más. Con la SmallRig, la indicación del porcentaje va variando algo. Y cuando ya parece que la batería se va a terminar, marcando un 1 o 2%, si la dejas descansar un rato, a veces el porcentaje vuelve a subir al 10 o al 20%. Incluso cuando se agota y la cámara se apaga, alguna vez volví a ponerla al cabo de un rato de descanso y la batería me dejó hacer unas pocas tomas más.

En general, excepto algún día esporádico en que el número de disparos fue sorprendentemente bajo (quizás por el frío), la SmallRig LP-E6NH UB-C me pareció rendir casi como las Canon originales, a un tercio de precio (40 contra 119 €). Y el sistema de carga por USB-C es realmente práctico y puede sacarte de un apuro, siempre que tengas un cargador de teléfono móvil a mano, o un cable USB-C en el coche. Ahora falta la prueba a largo plazo: a ver si de aquí dos o tres años sigue funcionando, o bien muere como otras clónicas.


Recargando la batería mediante un cable USB en mi automóvil.
Foto © Oriol Alamany


UN FUTURO INCIERTO

De todos modos habrá que estar muy atento a las futuras políticas de los fabricantes de cámaras respecto a las baterías clónicas. Durante años han intentado bloquear su uso mediante la adición de un chip de autenticidad, que las marcas alternativas han terminado por copiar para superar esa barrera. 

Con la llegada de la nueva cámara Canon EOS R5 Mark II, cuyas elevadas prestaciones exigen un nuevo modelo de batería de mayor voltaje (la LP-E6P), parece que Canon ha logrado impedir por completo el uso de baterías de otras marcas. Si eso acabara siendo cierto, entonces sí que no quedará más remedio que adquirir baterías originales. Que, como ya he dicho a lo largo de este artículo, no tienen nada de malo –que conste–, excepto su coste.


Y tú, ¿cual es tu opinión al respecto? Deja tus comentarios y lo debatimos.


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ATENCIÓN: Este artículo no es publicidad de la marca SmallRig ni de Canon. Esta batería la compré y pagué a su precio de mercado a través de Amazon.es para probarla, de cara a probarla para su uso en mi proyecto en el Himalaya.


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29/11/23

BENRO CYANBIRD Y LA NUEVA GENERACIÓN DE TRÍPODES



Trípode Benro Cyanbird TCBC15
@ Oriol Alamany

El mundo de las herramientas fotográficas ha evolucionado mucho desde el cambio de siglo: la llegada de la tecnología digital, los sistemas de estabilización de imagen, las cámaras sin espejo, los métodos de autoenfoque inteligentes, los sensores de cada vez mayor resolución y sensibilidad, las cámaras de acción, los drones, la omnipresencia de los móviles con cámara, y el tsunami que representa en nuestras vidas las redes sociales. Todos estos cambios, y algunos más, hacen que vaya cayendo en el olvido cómo trabajábamos en este oficio/afición hasta hace no demasiado años.

Hay un cambio notable, pero que pasa bastante desapercibido, que es el progresivo abandono del uso de los trípodes. Hasta la expansión de la fotografía digital, cualquier fotógrafo de naturaleza que se preciara efectuábamos casi el 100% de nuestras imágenes con la cámara firmemente atornillada en un trípode. Eso nos garantizaba resultados nítidos, de la máxima calidad, a pesar de que usábamos películas de sensibilidades bajas (25, 50, 64 y 100 ISO) y un tipo de cámaras como las réflex, sujetas a la vibración del mecanismo de sus espejos.

En los años 80 y 90 del siglo XX, la mayoría de fotógrafos salíamos al campo y subíamos a las montañas cargando pesados trípodes metálicos, como los italianos Manfrotto 055 o su versión “ligera”, el modelo 190. A finales de los noventa, la marca francesa Gitzo presentó sus primeros modelos fabricados con fibra de carbono, una revolución que aportaba mayor rigidez y menor peso, aunque, eso sí, a precios astronómicos. Más adelante llegarían al mercado las marcas chinas, como Benro, Giottos, Sirui, Vanguard, Leofoto, etc, que ofrecían unos soportes más económicos que los de los fabricantes europeos.



Hasta hace pocos años, una buena fotografía de paisaje era sinónimo del uso de un voluminoso y pesado trípode. Pero la mejora en el rendimiento de las sensibilidades ISO de los sensores y la generalización de los sistemas de estabilización de imagen han hecho que su uso sea cada vez menos frecuente.
@ Oriol Alamany


EL FIN DE LA EDAD DE ORO DEL TRÍPODE

Pero hoy en día ya no es indispensable disparar siempre al ISO más bajo de nuestra cámara para obtener una fotografía de buena calidad. Bastantes sensores actuales son del tipo ISO Dual, que ofrecen excelentes resultados tanto a ISO 100, como a ISO 400 o 800. Y la mayoría de cámaras también usan sensores y objetivos dotados de estabilizadores de imagen, que nos permiten disparar a mano alzada a velocidades de obturador muy bajas, incluso de un segundo, dependiendo de la focal del objetivo. 

Por todo ello, el uso de aquellos pesados y engorrosos soportes resulta cada vez menos necesario. De hecho, bastantes aficionados a la fotografía ya ni siquiera poseen uno. Incluso los recalcitrantes usuarios de trípode, como es mi caso, cada vez recurrimos menos a él si hay que viajar, andar mucho o subir montañas. ¡Cualquier excusa es buena para dejarlo en casa!

Pero sigue habiendo ocasiones en las que un soporte estable es imprescindible para obtener la imagen deseada: la fotografía con poca luz, de madrugada o al atardecer, en el interior de un bosque tupido, la fotografía nocturna, para crear timelapses, videos, dejar la cámara con un control remoto, o cuando se usan grandes teleobjetivos. En este último caso la función del trípode, aparte de aportar estabilidad, es también la de ayudarnos a soportar el peso de la lente, que puede ser de varios kilos.



Las ruinas de la antigua ciudad nabatea de Petra, de noche. Fotografía realizada con una larga exposición de 5 segundos, gracias al uso del trípode Benro Cyanbird, con una Canon EOS R5 a ISO 100 y objetivo gran angular EF 28 mm F1.8 a F5.6.
@ Oriol Alamany


NUEVAS GENERACIONES

Con estos cambios en las necesidades de los fotógrafos, algunas marcas han replanteado el diseño de sus trípodes. Últimamente han aparecido diversos modelos que intentan hacerse un hueco entre los usuarios, ofreciendo un tamaño compacto y un peso ligero, a la vez que un montón de pequeñas funcionalidades.

Con un lanzamiento financiado mediante un exitoso crowfunding, el Peak Design Carbon Travel Tripod TT-CB-5-150-CF-1 es uno de estos nuevos modelos de viaje más destacados. Sólo pesa 1,29 kilos y goza de buena fama. Pero su elevado precio (550 €) y el peculiar diseño de su rótula produce rechazo a algunos fotógrafos. La marca china Ulanzi & Coman ofrece desde 2022 un clon más económico, bajo el nombre Zero Y, por "sólo" unos 330 €.

Este año Benro ha presentado su propia versión de trípode de viaje compacto, ligero y de moderno diseño: el Cyanbird. En realidad, son tres versiones distintas en base a un mismo diseño, donde lo que cambia son los materiales: Tenemos un modelo con patas de aluminio (289 €), un modelo alto de gama con patas de fibra de carbono (359 €), y un modelo híbrido (269 €), donde la sección más gruesa de las patas es de carbono y las otras de aluminio. Además, ese último modelo viene equipado con una rótula distinta de la híbrida foto/video de los modelos anteriores: la suya es una simple rótula de bola.

Hace ya varios años que colaboro con la marca Benro como probador de campo de sus equipos. La marca me cede algunos de sus modelos y yo los testeo en las condiciones más duras alrededor del planeta. Pero no me considero un “Embajador” condescendiente, de esos que siempre hablan bien de sus marcas. Yo uso los equipos en mi trabajo profesional, en el mundo real, en situaciones a veces bastante duras. Y procuro que mis opiniones sean sinceras. Así que allá vamos...



Fotografiando el desierto de Wadi Rum al alba, con el trípode Benro Cyanbird y una Canon EOS R5.
@ Oriol Alamany



PRIMERAS IMPRESIONES

El pasado mes de septiembre, un par de días antes de partir a un viaje a Jordania para la agencia Aware Viajes, un mensajero llamó a mi puerta. Era un paquete con el trípode Benro TCBC15 FS20PROC que me mandaban desde Foto Técnica Import, el representante en España de Benro, para que lo probara durante este viaje. 

Abrí la caja y me encontré con una presentación muy cuidada: en una funda de lona que permite guardar el trípode y unos cuantos accesorios. Sorprende el cuidado diseño del trípode, con detalles en colores metálicos y el azul de la marca, y sus acabados. Hay multitud de pequeños detalles que hacen ver que alguien se ha roto la cabeza en una mesa de diseño, pensando en ellos. Por ejemplo, tiene múltiples roscas para colocar un monitor, un panel LED, un micrófono o cualquier otro accesorio.

Lo primero que hice fue pesarlo en una báscula: 1.025 gramos patas y rótula. Realmente ligero comparado con los trípodes que uso habitualmente, que rondan los 2-3 kg.

La altura máxima de este modelo (con la columna central estirada) es de 152,5 cm, sin la columna 129 cm y la mínima 18 cm. Plegado mide 43,5 cm (La versión de aluminio sube hasta un máximo de 156,5 cm y la híbrida 132 cm).

Las patas no son de sección redonda, sino ovalada, lo que aumenta su rigidez y reduce el diámetro del trípode en posición plegada. Eso lo hace especialmente compacto para llevar de viaje. En mi modelo, el material de las patas es de fibra de carbono, más ligero y rígido que el aluminio (¡Pero más caro, lo sé!). La columna central tampoco es el habitual tubo redondo, si no triangular, lo que ayuda a cerrar aún más sus patas, favoreciendo su tamaño compacto. En su parte baja incluye un gancho para colgar algo de peso para aumentar su estabilidad. La capacidad de carga teórica es de 4,5 kg, pero este es un baremo no establecido que varía de marca a marca.

Además de los tres ángulos de apertura de las patas (20°/55°/80°) que permiten bajar su altura, la columna central se parte en dos tramos, lo que permite disparar desde a ras del suelo. Las puntas de las patas son de goma, no intercambiables por púas metálicas como en los trípodes de gamas superiores.



Cierres de pestaña de metal de las secciones de las patas. Fijaros en el sutil detalle de diseño que indica a qué sección corresponde cada una.
@ Oriol Alamany


Las patas se dividen en cinco secciones. No suelen gustarme los trípodes con tantas secciones porque tardo más en abrirlos. Pero al usarlo en Jordania comprobé que el sistema de cierres por pestaña me permite abrirlas o cerrarlas las cuatro a la vez con la palma de una sola mano, de manera muy rápida.

Estos cierres de pestaña de las patas son muy prácticos, y de aluminio (no plástico como el Peak Design). En estos primeros usos he comprobado que cierran con firmeza. A pesar de ello este es el único aspecto del diseño que me produce cierta inquietud: Todos los trípodes (o incluso los palos de trekking extensibles) que usan cierres de pestaña, poseen un pequeño tornillo para regular la firmeza del cierre ya que, con el tiempo, estos suelen aflojarse. De inmediato me sorprendió constatar que el Cyanbird no ofrece ningún sistema para tensar sus cierres. ¿Quizás Benro ha creado un diseño que no cede con el uso? No puedo criticar algo que de momento funciona perfectamente. Sólo tengo la duda de que quizás, en algún momento, dejará de hacerlo. El tiempo lo dirá y, si los cierres empezaran a fallar, ya añadiría una actualización a esta publicación.




UNA SINGULAR (Y ORIGINAL) RÓTULA HÍBRIDA

El cabezal FS20PROC que acompaña a este modelo es una curiosa mezcla de rótula de bola de fotografía y de rótula de video. Algo atractivo en este mundo híbrido en que nos encontramos sumergidos hoy en día los creadores de imágenes. Sorprende la suavidad de su panorámica no siendo una verdadera rótula de video fluida, aunque en aras de su compacidad la barra para manejarla que incorpora resulta algo corta. Sin embargo, la presencia de roscas permite añadirle algún tipo de extensión, para hacerla más larga. La barra incorpora una llave Allen para ajustar las placas a cámaras y objetivos.

La rótula ofrece múltiples posibilidades de ajuste e incluye diversos niveles de burbuja. El tipo de enganche rápido es el clásico Arca-Swiss. Y al comprarlo incluye una placa. Mi único problema con este cabezal es que, debido a su pequeño tamaño, los mandos y palancas de ajuste y bloqueo son pequeñas por lo que, a veces, cuesta algo manipularlas, en especial con guantes. Si sólo vas a hacer fotos, resulta más práctico ponerle cualquier rótula de bola que ya tengas. Yo lo he utilizado a veces con la Benro V2, por ejemplo, que resulta más práctica si únicamente vas a hacer fotografías.



Fotografiando Wadi Rum al atardecer con el trípode Benro Cyanbird.
@ Eulàlia Vicens



Salida de luna en Wadi Rum, fotografía realizada con el trípode Benro Cyanbird, con una Canon EOS R5 a ISO 400 y un teleobjetivo EF 100-400 mm F4.5-5.6L IS II.
@ Oriol Alamany



Probando el trípode Benro Cyanbird con un teleobjetivo de 100-400 mm.
@ Oriol Alamany



Cadáver de dromedario al atardecer en el desierto de Wadi Rum. Fotografía realizada con una exposición de 1/5 seg., con el trípode Benro Cyanbird, con una Canon EOS R5 a ISO 100 y objetivo RF 24-105 mm F4 a F16. El uso de la sensibilidad mínima para obtener la mejor resolución y mayor rango dinámico, y un diafragma cerrado para que el enfoque abarque desde el primer plano hasta el fondo, obligan al uso de una velocidad de obturación lenta. El uso del trípode hace posible esta combinación de factores.
@ Oriol Alamany


CONCLUSIONES

Usándolo en ese viaje a Jordania, con mi cámara Canon R5 Full Frame y objetivos zoom de hasta 100-400 mm, este trípode y rótula me han proporcionado fotografías nítidas, incluso a velocidades de obturación lentas y exposiciones nocturnas. No será mi trípode habitual (para ello tengo mis más pesados Benro Mach 3 y Tortoise), ni lo utilizaré cuando necesite mi voluminoso 500 mm F4 (aunque lo he montado en casa y aguanta su peso). Para la mayoría de mis trabajos prefiero el uso de trípodes más robustos. Y los grandes teleobjetivos requieren también de trípodes y rótulas de mayor tamaño. 

Pero sin duda voy a utilizarlo en muchas salidas por los Pirineos, en los viajes que no estén centrados en la fotografía de fauna, o en los trekkings a pie en el Himalaya u otros grandes macizos montañosos. donde hay que llevar el equipo a la espalda durante largas jornadas. En estos trekkings, hasta ahora utilizaba un pequeño Gitzo G1057 que tan sólo alcanzaba unos muy modestos 92 cm (116 con la columna central elevada), en lugar de los mucho más cómodos 129 cm (152,5) del Cyanbird.



Fotografiando El Tesoro al atardecer, en Petra, con el trípode Benro Cyanbird.
@ Lurdes Marsol


En conclusión, me he encontrado con un trípode compacto, ligero, de sólida construcción metálica y carbono, relativamente alto y muy versátil, que cabe en cualquier mochila. Y a un precio bastante contenido. Ahora lo único que me falta comprobar es su durabilidad a largo plazo. 

El Cyanbird y su singular rótula me parece un producto ideal para quienes desean tomar imágenes fijas y videos, tanto en viajes como para trekkings o subir montañas. También es muy adecuado para los creadores de contenido para redes, que normalmente graban con cámaras pequeñas o teléfonos móviles. Es un trípode que no da pereza llevar en la mochila y que puede solucionar la obtención de fotografías de mejor calidad en momentos de poca luz. 


 (P. D. 11 diciembre 2023: He usado de nuevo el  Cyanbird en un segundo viaje a los desiertos de Jordania y, contra más lo utilizo, más se gana  mi confianza. Y varios de los participantes en este viaje quedaron impresionados por él. Esta vez lo he usado casi exclusivamente con mi habitual rótula de fotografía Benro V2.  Creo que le voy a dar más uso que el que inicialmente preveía).
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(AVISO: Soy embajador de la marca Benro y por ello la marca me proporciona material para probar y para utilizar en mi trabajo. Pero en mis pruebas intento ser lo más realista posible y dar mi opinión sincera sobre los productos testeados.)

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Escribir estos artículos y realizar pruebas de material fotográfico, es un proceso laborioso, que me lleva muchas horas de documentación y trabajo. Si este artículo te ha gustado, te ha entretenido un rato, o te ha sido de utilidad, puedes invitarme a un café.


2/11/23

NUEVO CANON RF 200-800mm F6.3-9 IS USM



El nuevo potente y estilizado Canon RF 200-800 mm F6.3-9 IS USM


El fabricante de productos fotográficos Canon acaba de presentar varios objetivos para sus cámaras mirrorless de la serie R: Un RF-S 10-18 mm F4.5-6.3 IS stm destinado a los usuarios de cámaras de formato APS-C, un RF 24-105 mm F2.8 L IS usm Z para profesionales que combinan fotografía con video, y uno especialmente destinado a nosotros, los fotógrafos de fauna salvaje: el RF 200-800 mm F6.3-9 IS USM.

A lo largo de los años, el teleobjetivo preferido por los fotógrafos de fauna salvaje ha ido evolucionando: En la última década los clásicos, voluminosos, pesados y costosos 500 y 600mm F4 fueron dejando paso a los más ligeros, versátiles y relativamente más económicos 100-400mm. Debo decir que, aunque soy un fan de mi actual zoom Canon EF 100-400 mm F4.5-5.6, no por ello he dejado de utilizar mi EF 500 mm F4, una verdadera joya que a esa gran abertura imprime un carácter especial a las fotografías, y que combina de maravilla con los teleconvertidores 1.4x y 2x.

El progresivo cambio a los 100-400 se produjo en parte porque el precio de los grandes teleobjetivos se ha duplicado (o más) en pocos años, llegando a cotas difícilmente asumibles, ya sea por aficionados como por profesionales. Por ejemplo, hoy en día el RF 600 mm F4L IS de Canon supera los 14.000 €. O el RF 800 mm F5.6L IS los 20.000 €. Y, por otra parte, porque viajar en aviones por el mundo con los grandes y pesados teleobjetivos se ha convertido en una pesadilla.


Los teleobjetivos zoom de 100-400 mm se hicieron omnipresentes entre los fotógrafos de naturaleza gracias a su ligereza y versatilidad. En la imagen, un compañero y yo estamos usándolos en una expedición a la Antártida.
Foto © Eulalia Vicens

Tras unos años donde han reinado los Canon, Nikon o Sony 100-400 mm (acompañados de los Sigma y Tamron algo más ambiciosos de focal,  que llegan a los 500 o 600 mm), en 2019 Sony presentó un 200-600 mm F5.6-6.3 cuyo éxito fue inmediato. Hoy en día muchos fotógrafos de naturaleza de Sony lo están utilizando, relegando al 100-400. 

En 2020 Canon presentó el RF 100-500 mm F4.5-7.1 L IS, algo más corto de focal y menor luminosidad, pero mucho más ligero y pequeño. Una atractiva opción intermedia entre los 100-400 y los 200-600 mm. 

En 2022 Fujifilm anunció el XF 150-600 mm F5.6-8 R LM OIS WR para sus cámaras de sensor más pequeño, APS-C. A título comparativo, este objetivo equivale a un 230-914 en el formato Full Frame.

Y este 2023 Nikon presentó su Nikkor Z 180-600 mm F5.6-6.3 VR, que está gozando de gran aceptación entre los usuarios de la marca.

Hace tiempo que se especulaba con una respuesta de Canon a estos, cada vez más usados, 200-600. Y hoy ha presentado su alternativa, aunque con características propias y un tanto inusuales.



CANON RF 200-800 mm F6.3-9 IS USM: MIS PRIMERAS IMPRESIONES

En primer lugar, Canon sube la apuesta por la focal hasta los 800 mm, superando en este aspecto a sus competidores. Otro debate sería si eso era realmente necesario o no, pero opino que lo han hecho para distanciarse tanto de aquellos, como de su propio RF 100-500.  También iguala así el aumento que marcas que usan sensores más pequeños, como Fujifilm o OM System, consiguen mediante teleobjetivos de focales menores.

A pesar de estos inusuales 800 mm, nos encontramos con un teleobjetivo de aproximadamente el mismo tamaño e incluso menor peso que otras marcas. ¿Cómo han logrado eso? Pues decidiéndose por una luminosidad algo más limitada. A su focal más corta (200 mm) este zoom tiene una abertura máxima de F6.3, 1/3 de diafragma más oscuro que los Nikon y Sony F5.6. A la focal de 600 mm es F8, 2/3 de diafragma menos luminoso que los F6.3 de la competencia. Y a 800mm es F9, igual que si a los Nikon y Sony les añadimos un teleconvertidor 1,4x. Podría decirse que el Canon es como si llevara un teleconvertidor ya incorporado, lo cual lo hace algo más versátil.

Hablando del tema de la escasa luminosidad, leeréis por internet bastantes opiniones respecto a que, con los sensores de imagen actuales y sus elevadas sensibilidades ISO, eso ya no tiene importancia alguna. Vamos a ver, una escasa abertura no afecta tan sólo la entrada de luz en el sensor, también a la profundidad de campo y al bokeh. En este sentido ninguno de estos teleobjetivos zoom F6.3, 7.1 o 9 pueden competir con la belleza de los desenfoques de un 400 mm F2.8 o un 600 mm F4. Pero está claro que en algo hay que ceder si no dispones de 14.000 €. Cada objetivo tiene su público.

Por cierto, que este zoom acepta los teleconvertidores RF 1.4x y 2x sin problemas, y sin las limitaciones que tiene su hermano menor, el RF 100-500. ¡Las focales máximas resultantes son nada menos que 1120 mm F13 y y 1600 mm F18!

Otra diferencia importante con Nikon y Sony es que este Canon tiene un sistema de enfoque interno, pero no el movimiento del zoom. Al aumentar la focal, se alarga el tamaño del barrilete del mismo modo que también sucede en las versiones Sigma, Tamron y OM System. Eso permite replegarlo y que quede más compacto al llevarlo colgando al hombro o al guardarlo en la mochila, pero con el tiempo podría hacerlo más sensible a la entrada de polvo. De todos modos, Canon afirma que el objetivo es sellado contra el polvo y la humedad, o sea que el tiempo ya dirá si eso resulta un problema o no.

Sí que es una pena que Canon siga empeñada en diseñar sus monturas de trípode sin incluir el estándar de montaje Arca-Swiss, el más utilizado en el mundo. Algo que la mayoría de marcas ya han ido introduciendo en estos últimos años. Habrá que comprar y añadirle una placa accesoria que lo único que hará es aumentar el peso y coste de la lente.

Aunque sea de color blanco, este 200-800 no pertenece a la serie L, la gama de objetivos más elevada de Canon. El precio recomendado en USA es de 1900 USD, unos 1800 €. En España se dice que costará en torno a los 2.500 € (21% de IVA incluido), esperemos que sea algo menos. Para mantener el precio en un rango razonable, el fabricante ha recortado algunas prestaciones: el aro de enfoque es muy estrecho (viendo las fotos yo diría que demasiado para tener una utilidad real) y comparte función como Anillo de control. Y se ha reducido la variedad de interruptores para las funciones de estabilizador y de enfoque automático. No hay limitador de enfoque (algo que pienso que es importante para ayudar a la rapidez del AF en los grandes teleobjetivos). Y sólo ofrece una posición para el funcionamiento del estabilizador. Según Canon, el propio objetivo detecta el uso que se le está dando, y ajusta las posiciones del estabilizador de manera automática. 

Que no sea de serie L no significa que sea un mal objetivo, ni mucho menos. De hecho, aunque yo aún no lo he probado (ni visto siquiera), las primeras pruebas que leo delatan una calidad óptica muy elevada, digna de haber incluido el anillo rojo de los L. Pero hay muchas lentes en la gama Canon que no lo llevan y con ellas se obtienen excelentes resultados. Simplemente se pretende ampliar el público al que va orientado, ajustando prestaciones y precio. 

Con su peso y precio razonables, y su focal de 800mm, este teleobjetivo zoom es ideal para los aficionados a la fotografía de animales salvajes y para los observadores de aves, no específicamente orientados a la fotografía. Y, pendiente de constatar su calidad de imagen real, estoy seguro que unos cuantos profesionales también lo utilizarán para captar en imágenes la vida de los seres con los que compartimos este planeta.


(ATENCIÓN, LA FECHA DE COMERCIALIZACIÓN PREVISTA EN ESPAÑA ES ABRIL DE 2024).


COMPARATIVA DE CARACTERÍSTICAS TÉCNICAS 



CANON RF 200-800 mm F6.3-9 IS USM

Peso: 2050 gr

Distancia mínima de enfoque: 0,8 m (200mm) / 1,8 m (400mm) / 2,8 m (600mm) / 3,3 m (800mm).

Longitud: 31,4 cm (Zoom extensible)

2.579 € (Precio oficial de la web de Canon España)





NIKON Z 180-600 mm F5.6-6.3 VR

2140 gr

Distancia mínima de enfoque: 1,3 - 2,4 m.

Longitud: 31,6 mm (Zoom interno)

2.100 €




SONY FE 200-600 mm F5.6-6.3 G OSS

Peso: 2115 gr

Distancia mínima de enfoque: 2,4 m.

Longitud: 31,8 cm (Zoom interno)

1.700 €





SIGMA 150-600 mm F5-6.3 DG DN OS Sports

Peso: 2100 gr

Distancia mínima de enfoque: 0,58 m.

Longitud: 26,6 cm (Zoom extensible)

1.400 €





SIGMA 150-600 mm F5-6.3 DG OS HSM Contemporary

Peso: 1930 gr

Distancia mínima de enfoque: 2,8 m.

Longitud: 26,1 cm (Zoom extensible)

990 €




TAMRON 150-500 mm F5-6.7 Di III VC VXD

Peso: 1880 gr

Distancia mínima de enfoque: 0,60 m.

Longitud: 20,9 cm (Zoom extensible)

1.150 €



FUJIFILM XF 150-600 mm F5.6-8 RLM OIS WR

(Exclusivo para cámaras de formato APS-C, distancia focal equivalente 230-914 mm)

Peso: 1605 gr

Distancia mínima de enfoque: 2,40 m.

Longitud: 31,5 cm (Zoom interno)

2.100 €




OM SYSTEM M. ZUIKO ED 100-400 mm F5-6.3 IS

(Exclusivo para cámaras de formato Micro 4/3, distancia focal equivalente 200-800 mm)

Peso: 1120 gr

Distancia mínima de enfoque: 1,3 m.

Longitud: 20,6 cm (Zoom extensible)

1.100 €

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