(Este artículo escrito por Eulàlia Vicens y yo mismo fué publicado hace 24 años en el número 1 de Iris de otoño de 1995, publicación de la que fui creador, diseñador y redactor gráfico. Iris es la revista de AEFONA, la Asociación Española de Fotógrafos de Naturaleza. Hoy me ha parecido interesante republicar este texto en versión digital, ya que algunos de los aspectos de que trata siguen siendo aún vigentes).
Fotografiar animales salvajes ha sido siempre una disciplina extraordinariamente difícil que requiere de unos profundos conocimientos naturalistas, innumerables preparativos, dominio de las técnicas fotográficas, algo de suerte e infinita paciencia.
A pesar de ello todos hemos visto publicados impresionantes reportajes sobre la vida del lobo ibérico, preciosas imágenes de los últimos linces u osos pardos, o inmejorables fotografías de la vida secreta de los urogallos. ¿Como han logrado estos fotógrafos observar y plasmar en película los momentos más íntimos de unos animales que cualquier experto zoólogo estaría feliz con tan solo divisar durante unos pocos segundos, de lejos y a la escasa luz del crepúsculo? La respuesta suele ser que, en muchos casos, los animales fotografiados no son salvajes. Están prisioneros temporalmente o de por vida en una jaula, de mayor o menor extensión, pero cautivos al fin y al cabo. Esto permite al fotógrafo realizar imágenes muy difíciles de obtener en plena naturaleza. ¿Realmente alguien tiene en España fotografías de calidad de linces, osos pardos o lobos en libertad?
(P.D. En 1997, dos años después de la publicación de este artículo, el fotógrafo Antonio Sabater realizó un reportaje sobre el lince ibérico en Doñana con fotos de animales en libertad. Posteriormente, y con el incremento de algunas especies y también con el brutal aumento en el número de fotógrafos, empezaron a verse fotografías de linces, lobos, osos salvajes, urogallos, realizadas en libertad en España. Hoy en día eso ya no es una rareza como lo era en aquellos años. Pero de todos modos se siguen haciendo pasar por animales salvajes muchas fotografías realizadas en lo que se ha dado en llamar "Condiciones controladas").
Lobos ibéricos (Canis lupus signatus) en un ambiente natural, pero domesticados y cautivos. La fotografía la realicé desde el interior de su jaula, durante la demostración de una nueva cámara a un grupo de fotógrafos, Sevilla, 2016
Fujifilm XT-2 a ISO 1600, XF 50-140 mm f:2.8 R LM OIS WR, 1/1600 f:2.8
© Oriol Alamany
El propósito de este artículo no es el de condenar de por sí este tipo de fotografía. Nosotros mismos aprovechamos en ocasiones las oportunidades que brindan algunos zoológicos o parques de fauna para poder fotografiar animales que no hemos visto en veinte años de patear montañas y que sabemos que probablemente tampoco veremos en lo que nos queda de vida. ¡Y no hablemos ya de hacerles fotos!
(P.D. Ahora ya llevamos más de cuarenta años pateando monte, y desde hace ya muchos prácticamente no hacemos fotografías de animales cautivos).
Como es lógico, los redactores gráficos de libros y revistas (que por desgracia no suelen provenir ni del mundo de la biología, ni del de la fotografía), aceptan encantados estos primeros planos de animales rarísimos, sin cuestionar su autenticidad o valor intrínseco a la hora de compararlos en la mesa de luz con trabajos de quizá inferior impacto visual, pero realizados con sangre, sudor y lágrimas en pleno monte. ¿Como hacer valorar ante un editor nuestras fotografías de mochuelo boreal salvajes, las primeras obtenidas en los Pirineos tras largos años de trabajo, cuando otros fotógrafos españoles cuentan con magníficas imágenes logradas en un conocido zoológico centroeuropeo? En nuestro mismo archivo fotográfico tenemos imágenes de búhos reales salvajes conseguidas tras largas noches de observaciones, preparativos y duro trabajo, y otras realizadas en cautividad, con su perfecta y artificiosa iluminación de flash múltiple. Los editores suelen preferir estas últimas, obtenidas en una tarde de trabajo en un centro de recuperación de aves rapaces.
Tiempo atrás nos maravillabamos ante las fotografías de pumas u osos pardos norteamericanos, algunas incluso realizadas con objetivos granangulares, hasta que nos enteramos de que en Estados Unidos hay granjas especializadas en las que alquilas los animales y por un buen montón de dólares te los sacan a pasear por donde quieras. Esta técnica está mucho más extendida de lo que el público cree y constituye el núcleo de un duro debate en la recientemente creada NANPA, la asociación norteamericana de fotografía de la naturaleza.
En el First Annual Nature Photography Forum, que tuvo lugar recientemente, uno de los fotógrafos asistentes hizo una rotunda afirmación "Las granjas de fauna salvaje y la fotografía de fauna amaestrada son a la naturaleza, lo que la prostitución o la pornografía es al amor". En cambio, según Joe McDonald, asiduo practicante de este tipo de fotografía, la fotografía de animales en cautividad evita la persecución y las molestias a los animales salvajes, y las bellas imágenes de lobos y osos que aparecen en posters, calendarios y libros (casi siempre obtenidas en cautividad), ayudan a concienciar al público en general sobre la belleza y la necesidad de protección de estos animales.
La postura opuesta la defiende Thomas Mangelsen, Wildlife Photographer of the Year 1994. "No creo que podamos salir al monte y esperar tomar buenas fotografías sin conocer un poco de historia natural", dijo. "Pero fotografiando animales en cautividad no aprendemos mucho. Tenemos una pérdida de experiencia, una pérdida de conocimiento." Según Mangelsen, la fotografía de animales controlados conlleva la desaparición del incentivo de intentar competir con fotos obtenidas en la naturaleza con las fotografías obtenidas en cautividad, la pérdida del sentido de la aventura, la pérdida del orgullo en el propio trabajo y la pérdida del respeto del público por el trabajo de los fotógrafos de la naturaleza. Según él, concierne a los editores y redactores gráficos de las revistas el poner las cosas en su sitio.
Orangután (Pongo pygmaeus) fotografiado cautivo en el Parque Zoológico de Barcelona, 1998.
Sería injusto dar el mismo valor a una fotografía así, cómodamente realizada a escasa distancia de casa con un animal cuyos movimientos están restringidos en una jaula, con la misma imagen obtenida en un remoto país asiático tras un largo y costoso viaje y horas de fatigoso trabajo en la selva tropical.
Sería injusto dar el mismo valor a una fotografía así, cómodamente realizada a escasa distancia de casa con un animal cuyos movimientos están restringidos en una jaula, con la misma imagen obtenida en un remoto país asiático tras un largo y costoso viaje y horas de fatigoso trabajo en la selva tropical.
Canon EOS-1 N, EF 500 mm f:4.5L, Fujichrome Sensia 100
© Oriol Alamany
El debate está abierto y en ese país se empieza a exigir que las fotos realizadas en cautividad o con animales amaestrados lleven la indicación de "Controled conditions" claramente impresa en el marquito de la diapositiva. Galen Rowell, conocido fotógrafo alpinista, es uno de los defensores de la posición intermedia: Fotografías de animales cautivos sí, pero siempre indicándolo en el marquito y al ser publicadas. Según él, si no se indica lo contrario en el pie de foto, el público interpreta una fotografía de la naturaleza como la representación de un evento visual que un humano vió realmente en la naturaleza y logró captar en la película. Revistas como National Geographic o Natural History suelen indicarlo claramente. Hace unos años la edición americana de GEO tuvo que cerrar sus puertas a consecuencia de la publicidad negativa que le reportó el haber publicado un fotoreportaje sobre pandas salvajes que, posteriormente, se descubrió que habían sido fotografiados en cautividad.
Rowell cree que los fotógrafos y sus agencias tienen la obligación moral de indicar en sus fotos si el sujeto está cautivo o controlado y deben sugerir encarecidamente a sus compradores que esta información aparezca en las publicaciones de tipo periodístico, es decir, aquellas en las que el público va a suponer que lo que se le muestra es verdad. Este aspecto no es de tanta importancia en usos simplemente ilustrativos, como posters, la publicidad o la ilustración de guías de campo. El concurso Wildlife Photographer of the Year adopta una postura similar: cada año premia algunas fotografías realizadas con animales controlados, pero obliga a hacerlo constar claramente en la ficha de inscripción para así poder valorarlas adecuadamente.
(P.D. En la actualidad, y después del escándalo del premio a una fotografía de un lobo amaestrado de un fotógrafo español, este concurso ya no admite fotografías de ningún tipo de animales cautivos).
Lince ibérico (Lynx pardinus) fotografiado en libertad en la sierra de Andujar tras varios días de esperas, Jaén, 2013
Canon EOS-1D MarkIV a ISO 400, EF 500 mm f:4L IS + Extender 1.4X, 1/320 f:6.3
© Oriol Alamany
Con ello no se pretende prohibir la fotografía de animales cautivos o amaestrados, si no que la dificultad intrínseca de la obra final quede patente. De esta manera el redactor gráfico puede valorar en su justo valor todas las imágenes con las que cuenta. Como hemos comentado, algunas revistas americanas ya publican las fotos especificando en el pie de foto las condiciones en que fueron obtenidas, para que el lector también pueda valorar su mayor o menor dificultad. En una ocasión el redactor gráfico de una publicación rehusó nuestras fotografías de oso pardo al comentarle que estaban realizadas en cautividad, y me enseño las que habían escogido para publicar... ¡tomadas por otro fotógrafo en el cercado de El Hosquillo! (P.D. Que, evidentemente, no les había contado que eran cautivos).
En nuestro país todavía estamos muy lejos de esta filosofía y las publicaciones raras veces indican cuando una fotografía fué obtenida en condiciones controladas. Hasta aquí todo tiene un pase y todos hemos comercializado imágenes de este tipo.
Lo que sí es un verdadero fraude es cuando estas imágenes se insiste en hacerlas pasar por reales. Titulares del tipo "Las primeras fotos de ... conseguidas en España", son un engaño al lector y una afrenta a los fotógrafos que están trabajando duro para producir resultados de similar o inferior calidad en plena naturaleza. Una nota sobre que estas fotografías estan realizadas en condiciones controladas sería apreciada por mucha gente, aunque quizá bajaría su valor intrínseco en el mercado y quizás algunas revistas podrían lucir exclusivas con menos frecuencia.
Personalmente no nos desagrada fotografiar animales raros en cautividad, siempre que estén viviendo en buenas condiciones en los grandes parques de fauna. Los zoológicos clásicos nos deprimen profundamente, pero un buen parque de fauna nos permite dar rienda suelta al disparador después de unos días de sequía fotográfica en pleno monte. De hecho, estos vastos cercados construidos en su hábitat original provocan que en muchos casos la observación no esté ni tan siquiera garantizada. También suele ser necesaria bastante paciencia, pero es nuestra única oportunidad de observar a estos seres maravillosos. En una ocasión tuvimos que volver varios días seguidos a un mismo parque, incluso muy de madrugada, hasta que logramos ver y fotografiar unos magníficos pero esquivos linces boreales que durante el día permanecían dormidos en el espeso bosque de su gran cercado. Al fin pasamos horas mirándolos y fotografiándolos. Pero desde luego, nos gustaria muchísimo más lograr verlos en la naturaleza, aunque la calidad de las imágenes fuera muy inferior.
(P.D. Con el paso de los años cada vez se nos ha hecho más insoportable la cautividad de seres vivos y hoy en día no escribiríamos este párrafo. En la actualidad prácticamente jamás hacemos fotografías de animales cautivos).
Oso pardo pirenaico (Ursus arctos) fotografiado en libertad en los Pirineos, fotografiado tras varios días de esperas, Vall d'Aran, 2012
Canon EOS-1D MarkIV a ISO 400, EF 500 mm f:4L IS + Extender 2X-II, 1/200 f:10
© Oriol Alamany
El verdadero problema para el fotógrafo de naturaleza que ha escogido este duro e inseguro oficio para ganarse el pan, es que cuantas más fotos de animales cautivos se ofrezcan a las publicaciones, menos factible económicamente será dedicar meses de esfuerzos en plena naturaleza para intentar obtener una imagen salvaje. ¡Al fin y al cabo, nadie la querrá!
Llegado el caso de que debamos ganarnos la vida fotografiando a la mayoría de animales entre rejas, quizá cambiemos nuestro actual trabajo por el de oficinistas y dediquemos los fines de semana o nuestras vacaciones a obtener malas fotografías de animales salvajes, siempre tan esquivos pero tan queridos, tan insensibles a nuestros esfuerzos pero, al fin y al cabo, libres.
© 1995, Oriol Alamany y Eulàlia Vicens. Prohibida la reproducción.
Como he dicho al inicio, este artículo fue publicado en 1995 hace 24 años, cuando fotografiábamos con película, no disponíamos de internet y había muchos menos fotógrafos de naturaleza en España. Hoy en día su redactado no sería igual, pero me ha parecido interesante respetar el texto original en lugar de intentar actualizarlo.
Lamentablemente la situación hoy en día es la misma, si no peor. Ahora vemos muchísimas fotografías en redes sociales y constatamos que en España casi ningún fotógrafo indica cuando están realizadas en cautividad, algo que sería de agradecer, para valorarlas en su justa medida.
También hay fotógrafos que organizan "cursos de fotografía de fauna salvaje" que consisten en atar una serie de aves rapaces a unos postes enfrente de los alumnos y fotografiarlas a escasa distancia, o hacerlo con animales encerrados en jaulas de zoológicos (pequeñas o grandes, pero jaulas). En mi opinión, y de acuerdo con la cita anterior del gran Thomas Mangelsen, así no se aprende mucho y el instructor no transmite a los participantes el amor y el respeto por los animales y su libertad.
Por otra parte, no indicando de manera clara si una fotografía está realizada en cautividad, se esconde información al público, el cual tiene el derecho a poder valorar el valor real de una fotografía y la dificultad de su realización. Al no diferenciar entre unos trabajos y otros, se le resta importancia a los realmente realizados con esquivos animales libres, mediante una enorme inversión de conocimiento naturalista, muchas horas de trabajo y, con frecuencia, una buena suma de dinero invertido.
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Recuerdo la primera vez que leí este artículo en "Iris". Muy interesante todo lo que explicas en el artículo.
ResponderEliminarHe repasado mi cuenta de Instagram (donde ahora publico mis imágenes) para ver si tenía bien marcadas las imágenes cautivas. Tengo dos imágenes cautivas que ya marqué en su día, pero no tenía marcadas las que son de hides de pago y he decidido marcarla.
Quizás sería interesante que todos lo indiquemos.
Jordi
Bueno, lo de las fotografías realizadas en hides comerciales es otra historia completamente distinta. Allí los animales son libres y salvajes. Si que es cierto que no es mérito del fotógrafo localizarlos ni escoger el punto de vista de las fotografías. Eso lo hace una empresa especializada que cobra por ello. Como mucho en algunos casos estarán cebados con comida.
ResponderEliminarMolt bon article Oriol aquest encara no l'havia llegit. Potser abans es posava mes en quines condicions estaven realitzades. Però referent al valor de la fotografia també té diferent valor segons en quines circumstàncies o llocs estan realitzades.
ResponderEliminarSalutacions,