Elefantes de sabana, Namibia, septiembre 2018.
Canon EOS 5D IV a ISO 100, Sigma 135 mm f:1.8 DG ART a f:1.8, beanbag.
A pesar de estar cerca del animal y usar esta focal relativamente corta, la abertura f:1.8 permite desenfocar el fondo.
© Oriol Alamany
Jirafa en Damaraland, Namibia, septiembre 2018.
Canon EOS 5D IV a ISO 100, Sigma 135 mm f:1.8 DG ART a f:1.8.
La abertura f:1.8 permite separar algo a la jirafa del fondo, a pesar de estar esta un poco lejana.
© Oriol Alamany
Pero estas dos ausencias (ausencia de IBIS y de aro de trípode) no me hacen repensar mi opinión: El 135 ART es una lente magnífica, tanto usada a su máxima abertura, como diafragmando. En Namibia lo utilicé casi siempre a f:1.8 o f:2, tanto para fotografiar con luces crepusculares, como a pleno sol para sacar provecho de su reducida profundidad de campo. El diafragma circular de 9 láminas crea un atractivo desenfoque en las zonas fuera de foco.
La resolución es plenamente aprovechable desde f:1.8, aunque cerrando la abertura a f:2 o f:2.2 mejora un poquito, algo tan sólo apreciable al visionar las fotografías al 100% en un monitor. El resto de aberturas son buenas.
Usar este teleobjetivo a f:1.8 en mi cámara Canon EOS 5D Mk IV Full Frame y disparar a ISO 3200, 6400 o incluso 12800, fue una gozada. Soy un amante de los crepúsculos, de las luces límite, momentos en que la fauna salvaje se encuentra más activa. Estas escenas son muy difíciles de captar, pero la tecnología progresa y ahora nos permite realizar tomas imposibles. Disfruté como un enano fotografiando en estas difíciles condiciones.
Rinocerontes negros vigilando a una hiena moteada, de noche, en una charca tenuemente iluminada, Namibia, agosto 2018.
Canon EOS 5D IV a ISO 6400, Sigma 135 mm f:1.8 DG ART, 1/25 a f:1.8, trípode Benro Mach3.
Combinando el f:1.8 con una elevada sensibilidad permite obtener fotografías en situaciones de luz muy escasa.
© Oriol Alamany
Elefantes de sabana peleándose en plena noche, en una charca tenuemente iluminada, Namibia, agosto 2018.
Canon EOS 5D IV a ISO 12800, Sigma 135 mm f:1.8 DG ART, 1/50 a f:1.8, trípode Benro Mach3.
© Oriol Alamany
CONCLUSIÓN
Si yo fuera un fotógrafo de retratos, de bodas o de animales domésticos, es muy probable que este objetivo estuviera ya en mi mochila fotográfica. Y más si trabajara con una cámara dotada de estabilizador IBIS en el sensor.
Pero para un fotógrafo de la naturaleza su utilidad es más esporádica y, dado su peso y precio, habría que plantearse bien la inversión. Sin embargo los resultados son excelentes y permite realizar tomas imposibles de obtener con los clásicos 70-200 mm f:4 o 100-400 mm f:5.6.
En nuestra disciplina fotográfica, la naturaleza, en España o incluso Europa su uso se limitaría a la realización de paisajes de gran calidad (en especial en cámaras FF de alta resolución) y a la fotografía de flora jugando con el bonito
bokeh que proporciona su gran abertura, ya que raramente la fauna salvaje se acerca a tan escasa distancia.
Sin embargo, en ciertos destinos del extranjero donde los animales son más confiados, como en África o Sudamérica, el 135 ART permite obtener fotografías únicas, si sacamos partido de su gran luminosidad y reducida profundidad de campo. Incluso la fotografía nocturna de paisajes estrellados, tradicionalmente limitada a los gran angulares, adquiere una nueva perspectiva con el uso de este teleobjetivo.
Y para el fotógrafo de viajes con componentes humanos, el 135 aportará una gran calidad y suaves desenfoques, haciéndolo ideal para retratos de personas y captar detalles.
Los fotógrafos de exteriores ya sabemos que todo se reduce al peso que estamos dispuestos a cargar a nuestra espalda, y a decidir si vale la pena gastarse el dinero en una óptica cuyo uso no va a ser frecuente. Si estas dos limitaciones no existieran, estoy seguro que le daría un buen uso a este Sigma 135 mm f:1.8 ART dadas sus tan peculiares características.
Árboles en el lecho del río Aba-Huab, Namibia, septiembre 2018.
Canon EOS 5D IV a ISO 100, Sigma 135 mm f:1.8 DG ART, 1/8. a f:16, trípode Benro Mach3.
No es habitual que un teleobjetivo proporcione una estrella tan perfecta con el sol.
© Oriol Alamany
Hojas de Mopane (Colophospermum mopane) en Damaraland, Namibia, septiembre 2018.
Canon EOS 5D IV a ISO 200, Sigma 135 mm f:1.8 DG ART, a f:1.8, trípode Benro Mach3.
Desenfoques a máxima abertura.
© Oriol Alamany
Noche estrellada en Spitzkoppe, Namibia, agosto 2018.
Canon EOS 5D IV a ISO 800, Sigma 135 mm f:1.8 DG ART, 4 seg. a f:2, trípode Benro Mach3.
La fotografía nocturna suele limitarse al uso de gran angulares luminosos. Ahora es posible usar también este teleobjetivo.
© Oriol Alamany
VENTAJAS E INCONVENIENTES
+ Calidad óptica impecable.
+ Gran luminosidad f:1.8, inhabitual en esta focal.
+ Excelentes desenfoques debido a la gran abertura y sus 9 palas de diafragma.
+ Calidad de construcción.
+ Distancia mínima de enfoque (84 cm).
+ Aro de enfoque manual excelente.
+ Buen parasol.
- Objetivo grande y pesado (1,2 kg).
- Ausencia de estabilizador óptico de imagen (Solventable si se usa una mirrorless con IBIS).
- Ausencia de montura para trípode (Solventable con la montura de iShoot).
- Requiere grandes filtros de 82 mm.
- Poco aumento para fotografía de fauna salvaje.
- Precio algo elevado (1.299 €, a marzo 2021).
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