21/12/16

Me gustan los mapas


Pintor realizando un mapa de Samburu en la entrada de la reserva, Kenia, 2011.
Canon EOS-1D MkIV, 17-40 mm f:4L
© Oriol Alamany

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“De noche, mientras todos dormían, me encaramaba a la biblioteca y escogía mis libros favoritos. Me gustaba viajar sobre el atlas y los tomos de geografía ilustrada”.

Jordi Esteva, "Los árabes del mar"

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Si, lo sé, el título de esta entrada es una afirmación muy sucinta y sin elaborar. Pero qué queréis que os diga, es la pura verdad. ¡Me gustan los mapas! Esas hojas de papel impreso que muestran de manera tan peculiar el mundo visto en vertical. Me gustan los mapas de senderismo, los grandes atlas, las bolas del mundo, los mapas de carreteras, incluso los que regalan en las oficinas de turismo con sus dibujitos de monumentos y todo. Todos ellos atraen mi mirada por igual y me transportan de inmediato al lugar que representan.

Con deciros que en el pasillo de nuestra casa hay colgada en la pared, a modo de decoración, una enorme cortina de ducha de plástico con un mapamundi impreso en ella… No os podéis ni imaginar el éxito de esta cortina sacada de su entorno habitual. Todas las personas sin excepción que entran en casa se paran a admirar lo extenso que es nuestro planeta y a señalar con el dedo países donde han estado o a los que les apetecería ir. ¡Resulta tan fácil soñar ante un mapa!

El mapa-cortina de ducha colgado en nuestra casa, Barcelona.
Canon EOS 5D MkIII a ISO 800, 16-35 mm f:4L IS
© Oriol Alamany


Consultando un mapa excursionista Alpina, Francia, 1999.
Bronica ETRsi, 40 mm f:4, Fujichrome Velvia 50 ISO
© Oriol Alamany


Ya de pequeño recuerdo que en la biblioteca de mis padres había una estantería dedicada a los mapas excursionistas de la Editorial Alpina, con sus características cubiertas de cartulina color naranja, sus curvas de nivel dibujadas a mano. Estaban viejos y rasgados por el uso tras innumerables caminatas por las montañas de Catalunya. Luego los usaría yo en mi juventud, marcando con un rotulador los territorios de los animales salvajes que me dedicaba a estudiar: parejas de Águila real, de Águila perdicera, de Búho real, observaciones de rebecos, perdices nivales… 

Más adelante, como fotógrafo y viajero, los mapas han sido primordiales para mi. Y aunque hoy en día hay innumerables blogs con títulos del estilo "viajar sin mapas"(basándose en el libro de Graham Green “Viajar sin mapa”), eso es algo que yo jamás haría. El mapa es una de mis primeras compras al planear un viaje, una de mis posesiones más preciadas a lo largo del viaje y una fuente de consulta continua a mi regreso, cuando me dedico a identificar las fotografías realizadas.


Los mapas son elemento esencial en los preparativos de un viaje, Barcelona, 2014.
Olympus OM-D E-M10 a ISO 400, 17 mm f:1.8
© Oriol Alamany


Aún recuerdo la tarde en que, en el año 1989, Eulàlia y yo nos perdimos en la inmensa ciudad de El Cairo. Conducía yo nuestra furgoneta con la que habíamos venido desde Barcelona, cruzando media Europa, y por un momento nos despistamos por barrios desconocidos. El sol bajaba hacia el horizonte y se acercaba la noche y, sinceramente, no nos apetecía mucho rondar por allí en la oscuridad. Pero recordamos que el camping donde nos alojábamos se encontraba cerca de las pirámides (invisibles desde nuestra situación), y que el sol se ponía detrás de ellas. Así que como los antiguos navegantes nos guiámos por los astros e intenté conducir siempre en dirección al sol poniente, cosa no siempre posible por el extraordinariamente complejo diseño de las calles cairotas. Mientrastanto, Eulàlia se aferraba al pequeño mapa de la ciudad que nos habían dado en la oficina de turismo, ilustrado con dibujos de los principales edificios y monumentos. Al fin reconoció uno y a partir de allí pudimos salir de la vorágine justo cuando ya oscurecía. 

Hoy en día habríamos conectado el GPS del teléfono móvil y habríamos salido de allí sin dificultad alguna, pero no recordaríamos nuestra pequeña aventura. Aquel mapa sigue guardado en una caja en mi archivo.


Fragmento del mapa turístico del Cairo, 1989


Mosaico bizantino representando un mapa de Palestina en Madaba, Jordania, 2010.
Canon EOS-1Ds Mark II a ISO 400, 17-40 mm f:4L
© Oriol Alamany


Un buen mapa, repleto de toponímia, y una libreta de notas, la antítesis del viaje digital, trekking del Annapurna, 2010
Canon EOS-1Ds Mark II a ISO 400, 28 mm f:1.8
© Oriol Alamany


Como los mapas me gustan, toda la vida los he dibujado. No con ordenador, si no a mano, ensuciándome los dedos de pigmentos. Son mapas artesanales que uso luego en las conferencias y proyecciones de mis viajes. Lo que los anglosajones llaman Handmade maps. En ellos plasmo nuestro itinerario y lo más destacado de cada destino.



Mapa de Omán con la ruta realizada en mi diario de viaje, 2013.
Rotulador y acuarela
© Oriol Alamany


Mapa de Vall d'Aran que realicé para una publicación, 2003.
Rotulador, lápices de colores y ordenador
© Oriol Alamany


Mapa de Pascua que realicé para el audiovisual sobre esta isla, 2009.
Rotulador, acuarela y ordenador
© Oriol Alamany


Mapa del Reino de Mustang que realicé para el audiovisual sobre este trekking, 2012.
Rotulador y acuarela
© Oriol Alamany



Mapa de Australia que realicé para el audiovisual sobre nuestros tres viajes allí, 2016.
Rotulador, acuarela y ordenador
© Oriol Alamany


Los GPS y los mapas electrónicos u online están muy bien y proporcionan un buen servicio. En nuestro viaje a Omán no creo que jamás hubiéramos encontrado sus desconocidas torres-tumba nosotros dos solos sin que Eulàlia me hubiera ido guiando con su teléfono con GPS por el entresijo de terribles pistas de las montañas Al-Hajar. Después de aquella experiencia, compramos una tablet y ahora cuando viajamos ella me guía usando una combinación de las apps Sigic, Maps Me y Google Maps. Para  mi teléfono móvil yo uso Orux Maps, Google Maps y Sun Surveyor (¡A la espera del ansiado Photo Pills para Android!) para situar mis fotos y orientarme sobre un mapa de los posiciones del Sol o la Luna.


El gran problema de muchos mapas online es su toponimia pésima, cuando no errónea. Los uso en mi trabajo para orientarme, pero me siguen gustando los mapas de papel, los que están repletos de nombres de ríos, barrancos y montañas, y en los que puedo hacer anotaciones con un rotulador.

Hoy en día mapas de todo tipo se acumulan en cajas en un armario de mi estudio. Algunos de ellos ya están caducos, pero, al igual que con los libros, me duele tirarlos. Cada uno de ellos tiene su pequeña historia. En ellos hay marcadas las rutas de nuestros viajes, los lugares destacados que fotografié o querría fotografiar, sitios a los que quiero volver… 
Su historia es mi historia.



4 comentarios:

  1. A mi también me encantan los mapas de papel, y lo mejor es que nunca se quedan sin batería

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    1. ¡Pues en eso tienes razón! Una gran ventaja en los viajes y salidas al campo.

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  2. Además de hacer buenas fotos y escribir, dibujas bien, estás hecho todo un artista, un hombre del renacimiento.
    Por cierto, también me encantan los mapas y la topografía.

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    1. Es que en la sociedad actual parece que tienes que ser únicamente super-especialista en una única cosa. La sociedad te asigna un papel y no puedes salirte de ahí. Yo pienso que si alguien le gusta crear, como es mi caso, puedo hacerlo mediante distintas disciplinas: fotos, textos, dibujando u otras cosas. Gracias por tu comentario.

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