Con este artículo inicio una nueva serie de entradas en mi Blog destinadas a presentaros algunos de los elementos del equipo que utilizo en el desarrollo de mi trabajo como fotógrafo de naturaleza y viajes. Y, si se presta como en el caso de hoy, algunas anécdotas o historias relacionadas con ellos. Aunque hablaré de cámaras, objetivos y otros accesorios, algunos de estos utensilios no son estrictamente fotográficos, pero me son de utilidad en el desarrollo de mi actividad.
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Leatherman Squirt Ps4 |
A veces mis amigos me apodan
MacGyver, en referencia a aquella famosa serie de televisión de los años 80, en que el protagonista era capaz de solucionar cualquier problema mediante su navaja suiza multiusos y cualquier otro elemento de lo más sencillo, como podía ser un clip o un chicle. Será porque desde pequeño siempre me ha gustado desmontar las cosas. Recuerdo un día de Reyes en que, mientras desmontaba uno de los juguetes que me acababan de regalar, mi abuelo me dijo: —
Antes de jugar con algo ya lo has desmontado para saber cómo funciona—
Ahí me tenéis, desmontando algo en mi más tierna infancia, Barcelona, 1959
Contessa-Nettel 6x9, Conastigmat 1:6,3 F=10,5 cm, negativo ByN
A lo largo de los años he desmontado (y a veces logrado volver a montar) aparatos bastante complejos. Un día desmonté por completo un ordenador Apple PowerBook 12" para cambiar su unidad de disco óptico que se encontraba en la parte más inaccesible del portátil. Reconozco que fue bastante complicado y que en algunos momentos dudé seriamente de mi capacidad para volver a montarlo. Pero por fortuna lo logré e increíblemente volvió a funcionar.
Mi Mac PowerBook 12" desmontado por completo, 2007
¡Un deporte de verdadero riesgo!
Quizás el apaño más curioso lo hice en un viaje a Turquía. Era el verano de 1986. Eulàlia y yo partimos de Barcelona con nuestro pequeño Seat Panda, una tienda de campaña en su techo y un hornillo de gas para cocinar. Y durante dos meses recorrimos Turquía de cabo a rabo. Son aquellas aventuras de juventud que se hace grato recordar.
Reparando el coche en un viaje a Turquía, 1986
Tirado bajo mi Seat Panda un mediodía de agosto en el Kurdistán turco, haciendo reparaciones.
Canon A-1, FD 28 mm f:2.8, película Kodachrome 64
© Eulàlia Vicens
Dado el estado de las pistas de ese país en los años 80 allí tuve que hacer unas cuantas reparaciones de urgencia. Entre otras cosas rompimos el cristal parabrisas, el protector del cárter y se partió el tubo de escape, lo que producía un escandaloso ruido que hacía girarse a la gente por todos los pueblos de Anatolia por donde pasábamos. Dada nuestra limitada economía compramos dos bridas de metal (algo que es más difícil de conseguir de lo que parece cuando no se domina el idioma turco), luego cogí una lata de judías y, tras vaciar su contenido (¡y comérnoslo!) le quité los dos círculos inferior y superior, la corté a lo largo y enrollé el cilindro resultante de chapa alrededor de la rotura del tubo de escape, fijándolo fuertemente con las bridas. ¡Aquel apaño duró el resto del viaje y logramos regresar a Barcelona tras atravesar toda Europa! Nos os cuento la cara que puso mi mecánico cuando le llevamos el coche para reparar y vío aquella lata de judías.

Volcanes en el altiplano andino, Chile, 2004
Un mal lugar para sufrir una avería mecánica.
Canon EOS-1D MkII a ISO 100, 70-200 mm f:2.8L, 1/2 seg a f:9, trípode
Un caso similar nos pasó en 2004 en el altiplano andino. Allí también se soltó el tubo de escape de la furgoneta que teníamos alquilada, en la pista que conduce a los géiseres del Tatio. Intenté fijarlo con cordino de montaña y también con unas bridas de plástico (siempre llevo estas cosas en mi equipaje), pero el metal ardiente fundía ambas. Necesitábamos alambre metálico y no se encuentra mucho en una pista de montaña a más de 4.000 metros de altitud y sin pueblo alguno en muchos kilómetros a la redonda.
Al fin, en un collado ventoso encontramos una solitaria señal de tráfico afianzada con unos tensores de alambre oxidado. Que me perdone la Dirección General de Carreteras de Chile (si es que existe algo llamado así en ese maravilloso país), pero con unos alicates corte uno de los alambres que la aguantaba y con él pudimos fijar el tubo de escape y proseguir viaje. Un día de estos voy a explicaros más aventuras de esa surrealista furgoneta.
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Leatherman Juice Cs4 |
Dicen que "La experiencia es la madre de la ciencia" y por ello ahora siempre viajo con una pequeña bolsa de herramientas: destornilladores de precisión, llaves Allen, cinta americana, bridas, gomas elásticas, agujas imperdibles, tijeras, unas pinzas, un poco de cordino de montaña, un tubo de adhesivo SuperGlue y, evidentemente, una navaja multiusos.
Las navajas suizas
Victorinox han sido las herramientas clásicas para realizar chapuzillas en el campo, pero a mí siempre me han gustado más las
Leatherman, que incluyen unos versátiles alicates como herramienta principal. Hace tres años, en un largo
trekking en el Himalaya cedieron los carros de la cremallera de la mochila de fotografía LowePro y esta dejó de cerrar. En aquellas remotas montañas me costó lo suyo encontrar a alguien que me prestara unos alicates para poder presionar un poco los carros y así la cremallera volviera a cerrar. Al regreso de aquel viaje me convertí en usuario convencido de las Leatherman. Ahora tengo incluso dos: una diminuta Squirt P4 que pesa tan sólo 57 gr, y va siempre en el interior de mi mochila cuando salgo a la montaña o de
trekking, y una Juice Cs4 algo más grande y completa (156 gr) que llevo en el equipaje durante los viajes. Son herramientas costosas, pero su solidez es superior a las versiones clónicas que corren por el mercado y vienen con una garantía de 25 años. La única precaución que debéis tener es jamás llevar encima una de estas navajas al pasar el control de seguridad de un aeropuerto ya que, sin duda, sería requisada.
Apretar los tornillos de un trípode o rótula, reparar cremalleras, cortar alambre, serrar una rama, una pequeña reparación en el automóvil, cortar pan o embutido... todas estas pequeñas cosas que hacemos los
outdoor photographers son mucho más fáciles si se dispone de una de estas herramienta multiusos. Lo único que aún no he usado jamás es el tirabuzón sacacorchos que incorporan casi todas ellas. ¿Quien carga con una pesada botella de cristal llena de vino en la mochila? Yo no, desde luego, ya que no bebo alcohol. Pero seguro que algún día le encontraré una utilidad. Todo en esta vida tiene su momento.