7/4/11

• Cosas de mi equipo: 1 - La herramienta multiuso

Con este artículo inicio una nueva serie de entradas en mi Blog destinadas a presentaros algunos de los elementos del equipo que utilizo en el desarrollo de mi trabajo como fotógrafo de naturaleza y viajes. Y, si se presta como en el caso de hoy, algunas anécdotas o historias relacionadas con ellos. Aunque hablaré de cámaras, objetivos y otros accesorios, algunos de estos utensilios no son estrictamente fotográficos, pero me son de utilidad en el desarrollo de mi actividad.
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Leatherman Squirt Ps4

A veces mis amigos me apodan MacGyver, en referencia a aquella famosa serie de televisión de los años 80, en que el protagonista era capaz de solucionar cualquier problema mediante su navaja suiza multiusos y cualquier otro elemento de lo más sencillo, como podía ser un clip o un chicle. Será porque desde pequeño siempre me ha gustado desmontar las cosas. Recuerdo un día de Reyes en que, mientras desmontaba uno de los juguetes que me acababan de regalar, mi abuelo me dijo: —Antes de jugar con algo ya lo has desmontado para saber cómo funciona

Ahí me tenéis, desmontando algo en mi más tierna infancia, Barcelona, 1959

Contessa-Nettel 6x9, Conastigmat 1:6,3 F=10,5 cm, negativo ByN

© Raimon Alamany Guasch

A lo largo de los años he desmontado (y a veces logrado volver a montar) aparatos bastante complejos. Un día desmonté por completo un ordenador Apple PowerBook 12" para cambiar su unidad de disco óptico que se encontraba en la parte más inaccesible del portátil. Reconozco que fue bastante complicado y que en algunos momentos dudé seriamente de mi capacidad para volver a montarlo. Pero por fortuna lo logré e increíblemente volvió a funcionar.

Mi Mac PowerBook 12" desmontado por completo, 2007
¡Un deporte de verdadero riesgo!
Canon S60 a ISO 200.
© Oriol Alamany

Quizás el apaño más curioso lo hice en un viaje a Turquía. Era el verano de 1986. Eulàlia y yo partimos de Barcelona con nuestro pequeño Seat Panda, una tienda de campaña en su techo y un hornillo de gas para cocinar. Y durante dos meses recorrimos Turquía de cabo a rabo. Son aquellas aventuras de juventud que se hace grato recordar.

Reparando el coche en un viaje a Turquía, 1986
Tirado bajo mi Seat Panda un mediodía de agosto en el Kurdistán turco, haciendo reparaciones.
Canon A-1, FD 28 mm f:2.8, película Kodachrome 64
© Eulàlia Vicens

Dado el estado de las pistas de ese país en los años 80 allí tuve que hacer unas cuantas reparaciones de urgencia. Entre otras cosas rompimos el cristal parabrisas, el protector del cárter y se partió el tubo de escape, lo que producía un escandaloso ruido que hacía girarse a la gente por todos los pueblos de Anatolia por donde pasábamos. Dada nuestra limitada economía compramos dos bridas de metal (algo que es más difícil de conseguir de lo que parece cuando no se domina el idioma turco), luego cogí una lata de judías y, tras vaciar su contenido (¡y comérnoslo!) le quité los dos círculos inferior y superior, la corté a lo largo y enrollé el cilindro resultante de chapa alrededor de la rotura del tubo de escape, fijándolo fuertemente con las bridas. ¡Aquel apaño duró el resto del viaje y logramos regresar a Barcelona tras atravesar toda Europa! Nos os cuento la cara que puso mi mecánico cuando le llevamos el coche para reparar y vío aquella lata de judías.

Volcanes en el altiplano andino, Chile, 2004
Un mal lugar para sufrir una avería mecánica.
Canon EOS-1D MkII a ISO 100, 70-200 mm f:2.8L, 1/2 seg a f:9, trípode
© Oriol Alamany

Un caso similar nos pasó en 2004 en el altiplano andino. Allí también se soltó el tubo de escape de la furgoneta que teníamos alquilada, en la pista que conduce a los géiseres del Tatio. Intenté fijarlo con cordino de montaña y también con unas bridas de plástico (siempre llevo estas cosas en mi equipaje), pero el metal ardiente fundía ambas. Necesitábamos alambre metálico y no se encuentra mucho en una pista de montaña a más de 4.000 metros de altitud y sin pueblo alguno en muchos kilómetros a la redonda.

Al fin, en un collado ventoso encontramos una solitaria señal de tráfico afianzada con unos tensores de alambre oxidado. Que me perdone la Dirección General de Carreteras de Chile (si es que existe algo llamado así en ese maravilloso país), pero con unos alicates corte uno de los alambres que la aguantaba y con él pudimos fijar el tubo de escape y proseguir viaje. Un día de estos voy a explicaros más aventuras de esa surrealista furgoneta.


Leatherman Juice Cs4

Dicen que "La experiencia es la madre de la ciencia" y por ello ahora siempre viajo con una pequeña bolsa de herramientas: destornilladores de precisión, llaves Allen, cinta americana, bridas, gomas elásticas, agujas imperdibles, tijeras, unas pinzas, un poco de cordino de montaña, un tubo de adhesivo SuperGlue y, evidentemente, una navaja multiusos.

Las navajas suizas Victorinox han sido las herramientas clásicas para realizar chapuzillas en el campo, pero a mí siempre me han gustado más las Leatherman, que incluyen unos versátiles alicates como herramienta principal. Hace tres años, en un largo trekking en el Himalaya cedieron los carros de la cremallera de la mochila de fotografía LowePro y esta dejó de cerrar. En aquellas remotas montañas me costó lo suyo encontrar a alguien que me prestara unos alicates para poder presionar un poco los carros y así la cremallera volviera a cerrar. Al regreso de aquel viaje me convertí en usuario convencido de las Leatherman. Ahora tengo incluso dos: una diminuta Squirt P4 que pesa tan sólo 57 gr, y va siempre en el interior de mi mochila cuando salgo a la montaña o de trekking, y una Juice Cs4 algo más grande y completa (156 gr) que llevo en el equipaje durante los viajes. Son herramientas costosas, pero su solidez es superior a las versiones clónicas que corren por el mercado y vienen con una garantía de 25 años. La única precaución que debéis tener es jamás llevar encima una de estas navajas al pasar el control de seguridad de un aeropuerto ya que, sin duda, sería requisada.

Apretar los tornillos de un trípode o rótula, reparar cremalleras, cortar alambre, serrar una rama, una pequeña reparación en el automóvil, cortar pan o embutido... todas estas pequeñas cosas que hacemos los outdoor photographers son mucho más fáciles si se dispone de una de estas herramienta multiusos. Lo único que aún no he usado jamás es el tirabuzón sacacorchos que incorporan casi todas ellas. ¿Quien carga con una pesada botella de cristal llena de vino en la mochila? Yo no, desde luego, ya que no bebo alcohol. Pero seguro que algún día le encontraré una utilidad. Todo en esta vida tiene su momento.

8 comentarios:

  1. Sens dubte una "multi eina" s'acaba convertint en una eina molt útil quan sortim i més encara si potser que no tinguem accés ràpid a res que ens pugui sol·lucionar la papereta.

    No en tinc cap d'aquests però sempre porto amb mi un petit tornavís de rellotges que fas bé de recordar el tema del aeroport perquè jo ja no hi pensava.

    salutacions.

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  2. Esto promete :-) Con los años todos acabamos acumulando en nuestras mochilas diversos "cachivaches" no relacionados directamente con la fotografía y que como bien apuntas nos sacan de más de un apuro: agujas, imperdibles, linternas, navajas multiusos etc. etc. y cuando pasas de los 40 las gafas para ver de cerca :-)) Espero con impaciencia el siguiente artículo. Saludos.

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  3. Leyendo en el blog de Manel Soria, he llegado hasta aquí, si lees un poco mas arriba de tu comentario lo entenderás.
    Compartimos abuelo??? somos primos sin saberlo???
    Sufría mucho viendo a mi abuelo desmontar mis juguetes, pero era por desconfianza... quería desmontarlos YO!!!
    Evidentemente en mi Lowepro viaja siempre una navaja multiusos (clónica pero buena). En una ocasión sujeté el escape de la furgo con alambres, por no hablar del Citroen 2CV, que era un motor dos chapas y cuatro “filferros”. Hasta en una ocasión, con el chasis de un carrete de 35mm y soldadura fría reparé un boquete en el escape de la moto (una pedrada de una pista de montaña).
    Por cierto, soldadura fría , o alguna masilla metálica de esas, es interesante llevar, no en la mochila pero si en el coche... sirve para mas cosas de las que parece.
    Los destornilladores de precisión imprescindibles, en “El Cairo” reparé una réflex (analógica) y en otra ocasión en Leningrado reapreté los tornillos sueltos por el traqueteo de las carreteras soviéticas... cosas que se aprenden trabajando 26 años en una tienda de fotografía...
    Una abraçada (cosí?) i a reveure

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  4. El que parles del aeroports, en puc donar fe...vaig "regalar-ne" una als operaris de Brussel·les, tornant de Kenya i una altre a Paris, es de tots sabut, però de vegades la memòria ens juga una mala passada...o dos ;)
    Salut!

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  5. ¡Albert, eres mi alma gemela! Quien quiere una Playstation pudiendo desmontar algún otro cachivache.

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  6. Sensacional Oriol,

    Seguiremos atentamente nuevas ediciones de "COSAS DE MI EQUIPO".

    Salut!

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  7. Yo también he sido siempre un gran manitas, y con mis Leatherman he hecho maravillas! Son unos instrumentos muy buenos.

    David

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  8. Oriol, me encanta leer de tus aventuras, son la sal de la vida.

    Yo soy fan de las Victorinox (no conocía las otras) pero plantean un problema serio. Hoy en día que se viaja en avión con mochilitas de cabina, no es factible pasar por los controles una navaja, ni suiza ni de Tombuctú. Si alguien conoce la manera de burlarlo, que me lo diga por favor.

    La primera vez que fui al Serengeti se me estropeó la montura de objetivos de mi vieja Nikon FM2, de manera que para mi desesperación la cámara quedó inservible. Bien, pues el chófer tanzano, con una navajita suiza, me lo arregló en dos minutos apretando un par de tornillitos.

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