Canon EOS 5D-IV a ISO 1600, 500 mm f:4L IS II, trípode Benro Mach3
© Oriol Alamany
Un fotógrafo de la naturaleza debe saber improvisar y cambiar con celeridad los planes que tiene previstos. Ceñirse a un rígido programa no es recomendable cuando la naturaleza es, en si misma, impredecible. Este era precisamente uno de los temas de conversación que tuvimos el viernes por la tarde cuando, tras encontrarnos todos en el pueblo pirenaico de Gerri de la Sal, ascendimos la carretera estrecha y retorcida que asciende al pueblecito de Buseu, situado a 1.350 metros de altitud.
Buseu eran un grupo de casas deshabitadas cuando el biólogo Jordi Canut inició su idea Buseu Project. Una casa rural bien arreglada proporciona alojamiento a las personas que estén interesadas en el uso de los hides para fotografiar quebrantahuesos y otras aves rapaces carroñeras. Desde hace tres años Pirenalia (empresa de Andorra especializada en la observación de la naturaleza) organiza allí un tour fotográfico de fin de semana para fotografiar estas aves, acompañados por mí como instructor de fotografía y naturalista. El viernes por la noche imparto una clase sobre fotografía de aves desde hides, y tanto el sábado como el domingo acompaño a los participantes al interior de los escondites donde puedo asesorarles sobre las dudas fotográficas que me planteen.
El viernes 13 de abril llegamos a Buseu lloviznando. Justo encima del pueblo el agua se convertía en nieve. No mucha, pero nieve. Nada habitual en estas fechas primaverales y una oportunidad fotográfica que no cabía desaprovechar. Así que Edgar Madrenys, nuestro guía de Pirenalia, nos propuso un cambio de planes radical.
El programa normal de un fin de semana en Buseu es que el sábado a media mañana se suben abundantes restos de matadero a un comedero de buitres situado por encima del pueblo. Tan sólo la visión del todo-terreno ya atrae a centenares de buitres leonados conocedores de la que se avecina. Ello a su vez produce un efecto llamada en otras aves carroñeras. Tras la vorágine inicial y al calmarse los buitres empiezan a aparecer los más tímidos quebrantahuesos. El domingo no se pone comida, para así dejar vía libre a los quebrantahuesos que acuden tranquilos al comedero a lo largo de todo el día.
Quebrantahuesos joven andando por la nieve.
Canon EOS 5D-IV a ISO 1600, 500 mm f:4L IS II + 2x-III (1000 mm), trípode Benro Mach3
© Oriol Alamany
El nuevo plan de Edgar era un tanto arriesgado y pretendía aprovechar la fina pátina de nieve presente el viernes al anochecer y que se iría fundiendo el sábado. En contra de lo habitual el equipo de fotógrafos subiríamos temprano, sin carroña ni coche para no llamar la atención de los centenares de buitres que, en minutos destrozarían la capa blanca. Edgar nos acompañaría en la subida a pie con una mochila cargada con tan sólo patas de cordero. La intención era atraer únicamente a los quebrantahuesos y poderlos fotografiar sobre suelos blancos, sin la interferencia de los buitres. Sin el masivo efecto llamada de la carroña, la aparición de los quebrantahuesos era más aleatoria, pero tanto a Edgar como a mí nos pareció que valía la pena arriesgarse.
Asegurados los quebrantahuesos con nieve, el domingo se subiría la habitual gran carroñada para fotografiar el espectáculo de los buitres.
El nuevo plan de Edgar era un tanto arriesgado y pretendía aprovechar la fina pátina de nieve presente el viernes al anochecer y que se iría fundiendo el sábado. En contra de lo habitual el equipo de fotógrafos subiríamos temprano, sin carroña ni coche para no llamar la atención de los centenares de buitres que, en minutos destrozarían la capa blanca. Edgar nos acompañaría en la subida a pie con una mochila cargada con tan sólo patas de cordero. La intención era atraer únicamente a los quebrantahuesos y poderlos fotografiar sobre suelos blancos, sin la interferencia de los buitres. Sin el masivo efecto llamada de la carroña, la aparición de los quebrantahuesos era más aleatoria, pero tanto a Edgar como a mí nos pareció que valía la pena arriesgarse.
Asegurados los quebrantahuesos con nieve, el domingo se subiría la habitual gran carroñada para fotografiar el espectáculo de los buitres.
Fotocinecolor es un comercio fotográfico de Andorra que cada año colabora en este tour fotográfico aportando material de préstamo. Esta vez trajo trípodes y rótulas tipo gimbal de Benro, cámaras Canon y Olympus, algunas ópticas Olympus y el nuevo Sigma 100-400 mm f:5-6.3 DG OS Contemporary. Varios de los asistentes pudieron usar este material durante el fin de semana.
SÁBADO LLUVIOSO
Tras mi clase teórica y la sabrosa cena del viernes (En Pirenalia son conocidos por no dejarte morir de hambre precisamente), el sábado nos levantamos temprano, ansiosos por iniciar la actividad fotográfica. El cielo estaba bien cubierto, lloviznaba a ratos y hacía frío.
Para acceder al comedero de carroñeras de Buseu hay que ascender unos veinte minutos a pie, con un par de repechones que te hacen resoplar bajo el peso del teleobjetivo y el trípode. Una vez allí hay tres hides para escoger: uno grande de hasta cuatro plazas y dos más pequeños dobles. Cada uno tiene su punto de vista y por ello los participantes al tour hacen un día en uno y el otro día en otro para obtener imágenes variadas.
Sábado y domingo en Buseu, dos días bien distinto, pero complementarios.
Panorámicas con teléfono Huawei P10
© Oriol Alamany
Una vez escondidos, Edgar distribuyó por el comedero las patas que había subido. Aunque no había coche, su simple presencia atrajo la atención de algunos buitres leonados, que a los diez minutos se posaron en unas rocas cercanas un tanto sorprendidos de que no hubiera la comilona habitual de los sábados. El primer quebrantahuesos no se hizo esperar y se posaba en las mismas rocas pasados cinco minutos más. Era un adulto precioso, con su característico plumaje naranja que con la neblina y la luz tamizada del lluvioso día destacaba aún más si cabe. Los obturadores de las cámaras empezaron a funcionar intentando captar ese momento tan especial. Quien no haya visto un quebrantahuesos adulto posado a escasa distancia, no tiene ni idea de la sensación que te embarga al estar ante un animal tan insólito.
El primer día compartí hide con José Manuel Azcona venido desde Logroño, y con Soledad Guardiola y Toni Cánovas de Vilafranca del Penedès. Fue un día fotográficamente complicado por la escasa luz y el frío, pero muy satisfactorio. Como resulta habitual en la mayoría de hides comerciales que existen hoy en día, los escondites de Buseu disponen de cristal-espía para poder fotografiar sin que los animales salvajes te vean. El problema del cristal es que cuando hace frío se empaña continuamente, difuminando la nitidez y el contraste de las fotografías. Con sumo cuidado íbamos secándolo continuamente con unas bayetas para no perder la transparencia. El caldo caliente en los termos que nos había dejado Edgar servía para calentarse las manos y reconfortar el espíritu.
Tres fases del plumaje del quebrantahuesos: el adulto en primer plano, el subadulto a la derecha y el joven a la izquierda.
© Soledad Guardiola
Quebrantahuesos subadulto atacando a un adulto.
Canon EOS 5D-IV a ISO 800, 500 mm f:4L IS II + 1.4X-III (700 mm), trípode Benro Mach3
© Oriol Alamany
La postura de este quebrantahuesos joven fue muy comentada en relación a su similitud con los dragones de la serie de TV "Juego de tronos".
Tras más de ocho horas de inmovilidad al atardecer salimos de los hides un tanto agarrotados, pero satisfechos, con una buena cantidad de fotografías de quebrantahuesos adultos, jóvenes y sus constantes altercados. También de buitres leonados, de alimoches y algunos bonitos zorros en la nieve. Bajamos lloviznando hasta la casa rural. Tras un rato de descanso rememorando las mejores escenas del día y descargando tarjetas de memoria en los ordenadores, gozamos de una puesta de sol bien colorida y luego atacamos con ganas la ensalada y el estofado de buey que nos hizo recuperar todas las calorías quemadas.
Raul, Jonathan y José Manuel durante un rato de descanso en la casa rural, descargando tarjetas tras la larga y fría jornada.
Teléfono Huawei P10
© Oriol Alamany
Ovejas pastando en Buseu, con el último rayo de sol.
Canon EOS 5D-IV, 100-400 mm f:4.5-5.6L IS II, trípode Benro
© Oriol Alamany
Canon EOS 5D-IV, 100-400 mm f:4.5-5.6L IS II, trípode Benro
© Oriol Alamany
Eulàlia, Sole y Toni disfrutando del atardecer en Buseu.
Canon EOS 5D-IV, 100-400 mm f:4.5-5.6L IS II, trípode Benro
© Oriol Alamany
DOMINGO SOLEADO
Tras una noche reparadora, el cielo despejado prometía una jornada bien distinta. Tan sólo levantarnos un par de buitres leonados se posaron en los tejados cercanos a la casa, como exigiendo la comida que no había llegado el sábado, y algunos los fotografiamos con los primeros rayos de sol aún vestidos en pijama.
Al amanecer varios buitres se acercaron al pueblo de Buseu.
Canon EOS 5D-IV, 100-400 mm f:4.5-5.6L IS II
© Oriol Alamany
Hacia las nueve ya estábamos en los hides. Hoy me tocaba compartir el reducido espacio con Raul Santos de Madrid y Jonathan Albo de Miranda de Ebro. Y a nuestro grupo se habia unido una sexta persona, Martí venido de Andorra.
Tras fotografiar algunos jóvenes quebrantahuesos en vuelo, esperamos hasta las 11h a que Jordi y Edgar subieran la carroña cuando las corrientes térmicas ya favorecían la aparición de gran número de buitres. Este año teníamos algo especial: se había encontrado a un ciervo atropellado en la sierra y, además de los habituales despojos de matadero pondríamos su cuerpo en el centro del muladar, lo que auguraba buenas e interesantes fotografías. Como cada año, el sarao que se montó en segundos fue impresionante. Lamentablemente los cientos de buitres leonados ¡no nos dejaron ver ni un centímetro cuadrado de la piel del ciervo! Lo siguiente que vimos de él al cabo de un buen rato fueron sus huesos mondos y lirondos.
Pasado el máximo frenesí empezaron a aparecer los quebrantahuesos... a decenas. Hasta doce a la vez tuvimos posados, veinticinco de ellos se contaron sobrevolando el muladar. Durante toda la mañana y hasta bien entrada la tarde la actividad fue frenética: también aparecieron diversos zorros, poco amigos de los buitres y con quiene tuvieron diversos altercados. Vinieron los primeros buitres negros, los nuevos habitantes de los Pirineos reintroducidos hace ahora diez años, volvieron los alimoches, fotografiamos a un milano negro y a tres preciosos milanos reales haciendo sus piruetas, cuervos y cornejas negras se dedicaron a incordiar a los quebrantahuesos. Incluso pudimos ver a una insólita corneja leucistica, con grandes manchas blancas en las alas. El cielo azul nos permitía fotografiar las peleas que se sucedían en el cielo sobre nosotros, y las largas horas nos permitieron experimentar con velocidades lentas.
Los zorros acuden al muladar en busca de restos de comida, y allí interactúan con los buitres.
© Jonathan Albo
Las peleas entre quebrantahuesos son continuas y es un reto fotografiarlas.
© Antonio Cánovas
Tras un siglo de ausencia los buitres negros, sobrevuelan de nuevo las montañas de los Pirineos. Este ejemplar lleva un emisor para su seguimiento por parte de los ornitólogos.
© José Manuel Azcona
Cuervo incordiando a un quebrantahuesos adulto.
Canon EOS 5D-IV, 100-400 mm f:4.5-5.6L IS II
© Oriol Alamany
Experimentando con barridos de quebrantahuesos en vuelo
Canon EOS 5D-IV a ISO 100, 500 mm f:4L IS II, trípode Benro Mach3
© Oriol Alamany
Fotografiar en Buseu permite no tan sólo hacer fotografías, si no también colaborar en el estudio científico de la dispersión de los quebrantahuesos y buitres negros. Algunos de ellos llevan marcas alares o grandes anillas de colores y yo iba mandando a Jordi Canut por WhatsApp las identificaciones que llevaban. Al cabo de un rato él me devolvía la información que quienes eran: los quebrantahuesos Jara, Caspe, Paúl, Ibón, Formiga... o el buitre negro Foga nacido hacia dos años en la Serra de Boumort. Eso añadía un aliciente a la actividad.
José Manuel, Eulàlia, Sole, Toni, Jordi, Jonathan, Martí, Edgar, Oriol, Raúl y los propietarios de Fotocinecolor. en Buseu.
Canon EOS 5D-IV, 24-70 mm f:4L IS, trípode Benro
© Oriol Alamany
Tras nueve horas de encierro y sin animales ya en el comedero, Edgar, Eulàlia, Jordi y su ayudante Iván nos vinieron a sacar de los hides. Estábamos cansados pero con centenares (algunos con miles) de fotografías en las tarjetas de memoria y con grandes observaciones grabadas en nuestras mentes. ¡Qué privilegio ver los cuatro buitres ibéricos a la vez!, las peleas, los comportamientos naturales de los animales ajenos a nuestra presencia. Es la grandeza de la fotografía de la vida salvaje desde escondites fotográficos.
En los días siguientes, cada uno ya de regreso a su lugar de residencia, intercambiamos algunas fotografías para comentarlas y aprender, que también de eso se trata. Gracias a Pirenalia por la organización, a Buseu Project por la experiencia, a Fotocinecolor por el préstamo de equipos, y a todos los asistentes por venir (a veces de muy lejos) para gozar con nosotros de esta experiencia en las montañas de los Pirineos (Y por dejarme compartir algunas de sus imágenes en este blog).
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Excelente Oriol, gracias
ResponderEliminarGracias por tu comentario, fue un fin de semana para recordar.
EliminarLa neu li don un toc especial, aixó em falta......; molt bon reportatge i millors fotos..!!!.
ResponderEliminarGràcies per compartir
Muy buena información y relato. Gracias.
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