20/9/11

• Mumbuluma - 1: El Baobab sagrado de los Hilas


Eulàlia bajo el Baobab sagrado, Mumbuluma, Zambia
Canon EOS-1Ds MkII a ISO 100, 17-40mm f:4L
© Oriol Alamany

Justo acabábamos de llegar al gigantesco Baobab sagrado de los Hilas, escondido en una espesura casi impenetrable donde nos habíamos cruzado con rastros muy frescos de elefantes. Sergio Segura, el propietario del Mumbuluma Lodge, nos había avisado de lo peligroso que resulta toparse con un grupo de elefantes zambianos en un lugar cerrado. Y donde estábamos era lo más cerrado que cualquier otro sitio que hubiéramos estado en los días que llevábamos trabajando en el área de Mumbuluma, al sur del Parque Nacional Kafue, en Zambia.

(Antes de proseguir conviene aclarar que, al contrario de lo habitual en los safaris en África, esta vez Eulàlia y yo íbamos a pie. Eso si, flanqueados por Harley y Vincent, un par de recios scouts de la tribu Hila armados con sendos fusiles. También conviene explicar la leyenda que nos contaron esa madrugada al partir a pie desde el Lodge: el Baobag sagrado se encuentra en un bosque laberíntico y si quien lo visita no deja una ofrenda jamás regresará y morirá. Incluso los Hilas, que se orientan de manera extraordinaria en estos parajes, recurrieron a un GPS para llevarnos hasta el árbol perdido en medio del bosque.)

Encuentro con unos elefantes en la espesura, Mumbuluma, Zambia
Canon EOS-1Ds MkII a ISO 200, 500mm f:4L IS
© Oriol Alamany

Así pues, con un ojo puesto en la vegetación circundante por si algún paquidermo decidía pisarnos sin darse tan siquiera cuenta, habíamos llegado aquí a paso lento e intentando hacer el menos ruido posible.

Justo iba a montar la cámara fotográfica en el trípode para intentar captar la grandiosidad del Baobab en cuestión, del que Vincent me estaba explicando la leyenda local, cuando un rugido tremendamente cercano nos dejó petrificados. Un León se encontraba a pocos metros de nosotros, escondido en la vegetación. Estaba claro que él jugaba con ventaja: estaba en su hogar, él nos veía y nosotros no. Vincent se me acercó de inmediato.

— ¿Has terminado de hacer fotografías?

Había hecho tan sólo unas primeras tomas, nada especial aún, pero la emergencia de la situación me hizo responder:

— Si, si, ya podemos marchar.

Pero en lugar de alejarse del propietario del rugido, Vincent dijo:

– ¡Pues vamos a buscarlo!

Mi respuesta salió de lo más profundo de mi ser.

– ¡¿Creéis que esto es buena idea?!

Siguiendo las huellas de un León en Mumbuluma, Zambia
Canon EOS-1Ds MkII a ISO 200, 17-40mm f:4L
© Oriol Alamany

Pero Harley ya estaba penetrando en la maraña de vegetación en dirección contraria a la que yo tenía ganas de ir. Y eso que por la cara que ponía Eulàlia, me pareció que ella tenía ganas de ir en la misma dirección que yo.

Vincent se colocó detrás nuestro para protegernos de un hipotético ataque del felino. Desmonté el 500 mm de la cámara, que en un lugar así no me serviría de nada (¿quizás como arma defensiva?) y puse el 70-200 mm, más acorde con la situación. Si aparecía algo sería a bien pocos metros de nosotros.

El scout Harley con su arma en Mumbuluma, Zambia
Canon EOS-1Ds MkII a ISO 200, 70-200mm f:2.8L IS II
© Oriol Alamany

Avanzábamos en fila india por la espesura, procurando hacer el mínimo ruido posible. Pero cuatro humanos son más visibles que un sólo felino. ¡De repente hubo ruido de vegetación y Harley que dio un salto!

— ¡Se nos ha escapado! —dijo con decepción. —El león ha salido delante mío y ha huido.

No me avergüenza reconocer que recibí la noticia con cierto alivio: he visto suficientes leones en mi vida como para no desear estar a pocos metros de uno de ellos en aquella espesura y sin protección alguna. Además habíamos marchado del Baobab sagrado sin haberle dejado ofrenda alguna.


ZAMBIA
El doceavo viaje a nuestro continente preferido, África, estaba resultando de lo más especial. Tras un día de vuelos intercontinentales, unas pocas horas de sueño en Lusaka (la capital de Zambia) y ocho horas de 4x4 para alcanzar el remoto Lodge de Mumbuluma, el comité de bienvenida fue un terremoto de 5,3 grados.
Estábamos deshaciendo el equipaje he instalándonos cuando el suelo empezó a vibrar. En un par de segundos fue toda la cabaña la que empezó a moverse. ¡Vaya comienzo!
Habíamos venido a Mumbuluma para realizar un reportaje sobre este Lodge, su entorno natural y los proyectos de lucha contra el furtivismo y de ayuda al desarrollo que sus propietarios realizan en los pueblos circundantes, en colaboración con la Fundació Natura. En un futuro post os contaré algo de todo ello.

Impala en la espesura, Mumbuluma, Zambia
Canon EOS-1Ds MkII a ISO 200, 500mm f:4L IS
© Oriol Alamany

3 comentarios:

  1. Bones Oriol, benvingut de nou!!
    Una aventura que fa pujar l'adrenalina a tope, encara que no he experimentat mai a peu, si he tingut l'experiència de tenir un lleó ben aprop, tant que el 300mm no enfocava.. i amb el 4x4 encallat, varen estar uns moments difícils fins que ens varen rescatar, l'ambient es mastegava, però m'imagino que res comparable amb anar a peu per allà...
    Ja espero la següent entrada!
    Salut!!

    p.d. Jo també hagués secundat la moció d'anar enrere..jejej...

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  2. Ostres, Oriol.... Glups!
    Suposo que un altre cop, i per no haver de passar el yuyu que devieu patir, deixaràs alguna coseta com ofrena al baobab! Uns sugus... els mitjons.... unes madalenes....

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  3. Madre mia Oriol pura adrenalina es esta situación uf¡¡¡¡
    Yo no se ssi me hubiera ido a buscarlo a no jejeje
    Besos a los dos
    Cris y Alfredo

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