Acampados en el desierto en Omán en 2013, durante un viaje que resultó especialmente duro y complicado. Sacar adelante los proyectos fotográficos es costoso y, a veces, muy exigente. El uso de las imágenes obtenidas merece respeto y una retribución económica adecuada.
© Oriol Alamany.
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(Como hoy, 1 de mayo, es el Día de los Trabajadores, me ha parecido apropiado publicar este artículo que tenía guardado en modo Borrador desde hace tiempo, ya que tenía mis dudas sobre si publicarlo).
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Llevo cuarenta y cinco años trabajando como fotógrafo profesional: estudiando diseño gráfico, fotografía, arte, biología...; formándome en las nuevas tecnologías que han ido modificando nuestro oficio; buscando maneras para servir mejor y más rápido a mis clientes; devanándome los sesos ideando nuevos proyectos; arriesgando la integridad física o la salud al realizarlos; e invirtiendo mucho tiempo y dinero en equipos y viajes para crear imágenes para su posterior uso comercial. Es el oficio que escogí hace ya muchos años, frente a otras opciones que tenía a mi alcance económicamente más tentadoras. Pero en su momento me decidí por "esta vida de hippie" (que decía un amigo mío). Y no me arrepiento, ya que es un trabajo que me apasiona. Lo cual no significa que a veces no sea difícil, poco valorado, o que te dé algún disgusto.
Y es que llevo todos esos mismos años viendo cómo algunas empresas y personas usan mis obras fotográficas (y las de muchos otros fotógrafos) para sus necesidades pero, sin embargo, no creen que merezca la pena pedir autorización para utilizarlas ni, desde luego, pagar por su uso. Compensar en una pequeña parte esas horas de trabajo, dinero y la creatividad que los autores invertimos en ellas, les parece innecesario.
Pasar un día de invierno estirado en el suelo, dentro de un gélido cajón junto a una laguna, es una experiencia que me encanta, pero no resulta nada cómodo. Pero es la manera de obtener fotografías de ciertas aves para el archivo profesional, Estany d'Ivars, Catalunya, 2014.
© Oriol Alamany.
A los fotógrafos ya no nos sirve ni el clásico y manido “Es que pondremos tu nombre”, ni el caradura “Es que me corría mucha prisa y las cogí, y luego se me olvidó avisarte”, ni el iluso “Vamos a poner en valor tu obra”, o el mezquino “Para este proyecto queremos los mejores fotógrafos, tus imágenes nos gustan mucho, pero no hay presupuesto para fotos” (Pero sí para todo el resto de implicados, desde el director de la empresa, hasta el subordinado que te llama).
Lamentablemente son continuos e innumerables los casos de uso inconsentido de mis fotografías que he soportado, con mayor o menor paciencia, durante décadas (mis primeras publicaciones se remontan a 1980). Es algo que me resulta agotador y desalentador.
La vida de un fotógrafo de naturaleza no siempre es tan idílica como parece en las redes sociales. Las horas encerrados en la oficina, gestionando las fotografías, mensajes, trabajos, pedidos, etc., superan con creces las más satisfactorias horas pasadas en el campo o viajando.
© Oriol Alamany.
Cualquier empresa o particular que quiera usar las imágenes que tantos esfuerzos y sacrificios nos cuesta crear a los fotógrafos, debe solicitar autorización para su uso ANTES de hacerlo. Y lo normal es que se le aplique una tarifa por el uso que de ellas haga. En Oriol Alamany – Imágenes Vivas, por ejemplo, sólo cedemos el uso gratuito de nuestro trabajo de manera puntual a algunas ONGs, siempre que nos lo soliciten por anticipado y que sus fines nos parezcan adecuados y decidamos colaborar.
Lo que más me sorprende es la reacción de los infractores cuando tú, como autor de la obra u obras, les descubres y osas manifestar tu desacuerdo por su incorrecto proceder, dado que no estoy por la labor de cederlas gratis, o porque me quejo cuando las publican sin permiso para su propio beneficio.“Es que eres muy celoso de tus fotos”, me han dicho. "No te podemos pagar pero, total, para tenerlas guardadas en el armario...". Y también: “Eres buen fotógrafo, pero muy mala persona”, por haber tomado medidas para que el hurto de mis imágenes no volviera a darse en una empresa. "Es que tu marca de agua afeaba la foto", fue la respuesta de un nstagramer que presentó una fotografía mía a un concurso bajo su nombre (¡Y lo ganó!), tras reprenderle que la hubiera cogido y borrado mi nombre de ella.
Lo que más me sorprende es la reacción de los infractores cuando tú, como autor de la obra u obras, les descubres y osas manifestar tu desacuerdo por su incorrecto proceder, dado que no estoy por la labor de cederlas gratis, o porque me quejo cuando las publican sin permiso para su propio beneficio.“Es que eres muy celoso de tus fotos”, me han dicho. "No te podemos pagar pero, total, para tenerlas guardadas en el armario...". Y también: “Eres buen fotógrafo, pero muy mala persona”, por haber tomado medidas para que el hurto de mis imágenes no volviera a darse en una empresa. "Es que tu marca de agua afeaba la foto", fue la respuesta de un nstagramer que presentó una fotografía mía a un concurso bajo su nombre (¡Y lo ganó!), tras reprenderle que la hubiera cogido y borrado mi nombre de ella.
La inventiva de los amigos de lo ajeno no tiene límites. Será que, cuando les descubres, la mejor defensa es un buen ataque. O que otros, con su empleo en una empresa y su sueldo asegurado cada fin de mes, no tienen ni idea de lo que cuesta sobrevivir con un arriesgado e inestable trabajo. Los autónomos no podemos regalar nuestro trabajo, del mismo modo que un asalariado no va regalando billetes de 50 euros de su sueldo a quien se lo pida.
Aventuras, pero también desventuras. Sufriendo mal de montaña a más de 4.000 metros de altitud, en el Campo Base del Annapurna, durante un trabajo en el Himalaya, Nepal, 2010.
© Eulàlia Vicens
Para que que quede claro: los fotógrafos profesionales no somos proveedores gratuitos de contenidos (y los aficionados a la fotografía tampoco deberían serlo, aunque eso sería motivo para otro artículo). En Oriol Alamany - Imágenes Vivas somos una empresa con personas que intentamos ganarnos la vida poniendo iguales dosis de trabajo e ilusión en lo que hacemos. El hecho de que una fotografía esté colgada en internet no significa que su uso sea gratuito. Tanto si es un particular que quiere ilustrar un blog o decorar su casa con una bella imagen, como una ONG que requiere fotografías para su campaña, o bien una empresa que necesita imágenes para sus productos, siempre hay que ponerse en contacto con el autor. Nosotros les atenderemos lo mejor posible y es fácil que lleguemos a un acuerdo económico.
Pero, por encima de todo, lo que pedimos es que nos respeten, y nosotros les respetaremos.
(Y si no, ahí están las redes sociales y/o los juzgados: para divulgar o penalizar a los que se benefician del trabajo ajeno).
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