13/11/10

• Luces de otoño


Gélido crepúsculo en el valle de Isábena, Aragón, España
Canon EOS-1D Mk IV a ISO 200, 70-200mm f/2.8L IS, trípode
panorámica compuesta de cinco imágenes
© Oriol Alamany

Tras impartir los talleres de fotografía de otoño en el valle de Aran, Eulàlia y yo no regresamos a Barcelona, sino que nos fuímos varios días a tierras de Aragón para realizar un encargo fotográfico para uno de nuestros clientes. Aunque parezca mentira aún existen unas pocas empresas (muy poquitas, la verdad) que prefieren publicar el trabajo original e inédito que un fotógrafo hace expresamente para ellos que cualquier cosa que encuentren por la Red a precio de saldo. Gracias a estos clientes que confían en nosotros aún podemos salir al campo y mantenernos activos en un momento especialmente complicado de esta profesión.

El otoño estaba ya avanzado y la climatología no acompañó demasiado: cielos cubiertos, lluvia intensa, un día de vendaval y una nevada en las partes altas de las montañas dificultaron nuestra labor. El trabajo del fotógrafo en la naturaleza en general, y el otoño en particular, son así de impredecibles.

Sin embargo, hubo momentos fugaces de luces mágicas como tan sólo esta estación del año puede ofrecer. Y es que el otoño es para el fotógrafo mucho más que el colorido de los bosques de hoja caduca que en esta época todos vamos locos por plasmar con nuestras cámaras. Para mí, el otoño no son tan sólo esos cálidos colores de la vegetación, sino también una luz de innumerables matices, los primeros fríos y la nitidez ambiental que conllevan (lo que los ingleses denominan muy acertadamente crispy air), así como la maravillosa primera nevada en las montañas. Es una estación melancólica, intimista y, en ocasiones, algo oscura. Como a mí me gustan las fotografías.

Cardos y nubes en un atardecer otoñal en el valle de Lierp, Aragón, España
Canon EOS-1D Mk IV a ISO 100, 70-200mm f/2.8L IS, trípode
© Oriol Alamany

Las imágenes que acompañan este escrito no tienen nada que ver con el tema encargado por el cliente, sino que son imágenes personales de estas que el fotógrafo ve, ama y hace a sabiendas de que es posible que jamás se publiquen en ninguna revista o libro. Corresponden y se quedan en el universo personal del creador, este espacio íntimo donde guardamos las obras que nos gustan, en parte quizás porque nos traen buenos recuerdos del momento en que las creamos.

Pueblo al anochecer en el valle de Isábena, Aragón, España
Canon EOS-1D Mark IV a ISO 100, 70-200mm f/2.8L IS, 15 sg a f:11, trípode
© Oriol Alamany

4 comentarios:

  1. Hola Oriol. Preciosa reflexión que trasmite el amor que tienes a tu trabajo.
    Me encanta esa foto de los cardos. Algo tan árido y lo has recubierto de belleza.
    Un saludo.

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  2. unas fotos estupendas para un texto que ilustra un poco el estado actual de la fotografía, y más cosas....
    Gracias.

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  3. Me gustan todas tus fotos y me gusta el texto que las acompaña.
    Un saludo

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  4. Mira que son buenas las fotos y mira que es bonito el sitio, eh ? :-)

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